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La excepción

La ministra Calvo se ha quedado a gusto en ABC. Aparte de querer dejar claro en demasiadas ocasiones de que no es una recién llegada y que sabía que no era posible bajar el IVA, se ha declarado fervorosa seguidora del concepto de excepcionalidad. Así, preclara ella, anuncia que las medidas de protección no son para privar de libertad, ni para dirigir, ni para controlar. Son para que exista, pueda circular y competir, y pueda hablar.

De donde se deduce que sin ayuda, es decir, sin el dinero que trabajosa y honradamente han ganado los españoles, el cine de nuestro país no existiría. Bueno, si eso es verdad, mejor que desaparezca. Porque no es la libertad de los cineastas lo que se debe perseguir, sino la libertad de todos los ciudadanos incluyendo, claro está, la de escoger pagar otro cine, voluntariamente, a través de su entrada, o incluso de no pagar ninguno y preferir invertir ese dinero en su salud, su alimentación o la educación de sus hijo. Porque subvencionar significa privar de libertad, dirigir y controlar el esfuerzo de los ciudadanos hacia donde ellos no quieren invertirlo. Pero ser socialista no es otra cosa que mostrar una extrema generosidad con lo que no es de uno. Recién lo empezamos a notar.

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