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Pobreza y terrorismo

Sam Ly, de 28 años, murió en el hospital. Fue la víctima núnero 54 de los ataques a Londres. Era un vietnamita que, siendo un bebé, huyó de la tiranía comunista en uno de los frágiles botes que llenaron el mar tras el fin de la guerra de Vietnam. Creció en Australia, con un padre que no sabía inglés, en la más desesperante pobreza. Pero Sam se esforzó lo suficiente como para lograr graduarse en empresariales e informática. Fue asesinado por Hasib Hussain en un autobús que tomó debido al cierre del Metro.

Aducir que la pobreza es la causa del terrorismo no sólo ofrece una justificación inaceptable para unos asesinos que matan por su fanatismo. También es un insulto para todos los pobres que salen adelante por su esfuerzo personal. Un insulto especialmente sangrante para algunos de ellos que, como Sam Ly, fueron asesinados por alguien que nunca fue pobre.

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