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PP: una herencia económica tan brillante como electoralmente neutra

El descenso del paro en abril y el aumento de afiliaciones a la Seguridad Social forman parte de la herencia que deja el anterior Gobierno. El pasado 14 de marzo, los españoles no votaron pensando en sus oportunidades económicas, sino en su integridad física. La cuestión, desde entonces, es si la política económica puede desviarse de los hitos de estabilidad y crecimiento recibidos, sin que ello tenga consecuencias electorales para el Gobierno.  
 
El compromiso de Solbes con el equilibrio presupuestario parece creíble, y sus recetas de crecimiento poco o nada podrán diferenciarse de la senda seguida durante los últimos ocho años. La dirección macroeconómica descansa hoy en pactos y normas supranacionales. Es en la canalización del llamado gasto “social”, y en su dimensión, donde las condiciones de crecimiento pueden revertirse.
 
Las primeras medidas anunciadas por el ministro de Trabajo, sobre la extensión de la paga por maternidad, y los augurios en las políticas sobre los sectores del suelo y el comercio minorista, apuntan a un marco de más gasto y más intervensionismo. La lección del 14-M puede haber llevado a los gobernantes socialistas a la conclusión de ningún desastre económico tendrá un excesivo coste electoral. De momento, ya se curan en salud, anunciando la supresión de la estadística mensual de empleo.

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