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¿Qué tienen de malo los zapatos?

Aparte de que podría haber escogido una comparación menos propicia al chiste fácil, las razones aportadas por la ministra Calvo para apoyar el establecimiento del "precio fijo" de los libros reflejan lo difícil que es maquillar una decisión que busca favorecer a un pequeño grupo de ciudadanos a costa de todos los demás. Según ella, el libro no es un "producto puro y duro" por cumplir "fines culturales diferentes".

El libro tendrá "fines culturales" con precio fijo o sin él. La única diferencia será que el comprador perderá la oportunidad de pagar menos por el mismo, algo que difícilmente fomentará la lectura. Los libreros no competitivos consiguen, de este modo, que los poderes públicos les permitan seguir en el negocio, pese a que los consumidores no apoyan con su dinero su permanencia en el mismo. El dinero de los compradores de libros irá a subvencionar los negocios de los demás contra su voluntad. A esto se le llama un gobierno del pueblo y para el pueblo.

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