Agosto parece ya arrollado por septiembre. Muchos españoles que disfrutaban de los últimos días de vacaciones estivales vuelven a sus ciudades estos días, para encontrar que los líderes de los dos principales políticos también lo han hecho. Hoy, el Presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha aprovechado su estancia en Galicia para lanzar desde ahí el programa de su partido para el nuevo curso.

Rajoy ha destacado que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no es un recién llegado al cargo, que ocupa desde hace ya año y medio. Rodríguez Zapatero se ha mantenido en el poder con un discurso basado en el buen talante, que se ha demostrado falso. Ha huido de tomar medidas de política encaminadas a mejorar la vida de los ciudadanos, y se ha limitado a deshacer lo que llevó a cabo el anterior Gobierno, con excepción, por propia supervivencia, de la economía. Y las propuestas originales las ha destinado a sectores minoritarios de los españoles. No se ha acercado a los grandes temas, si no es para ceder, sonrisa por delante y solo de palabra, ante sus socios de gobierno.

Pero llega la hora de pagar sus excesos verbales ("El Parlamento español aprobará lo que diga el catalán" sobre el Estatuto), que son defectos de ideas y de proyecto. Y es en los grandes temas (economía, educación, la idea de España) donde el PP de Rajoy quiere hacer sus propuestas. Si, como parece desprenderse de sus declaraciones, no está dispuesto a entrar en la rueda de gestos sin contenido a que le ha sometido Zapatero en el pasado, puede que logre forzar al presidente a pronunciarse de una vez sobre los problemas reales de España. Todo ello en un año en que a Zapatero no le valdrá ya el cheque sin fondos de sus sonrisas.