Este domingo previo al día de la Constitución no ha podido salir más redondo para el deporte nacional. En el sevillano estadio de La Cartuja casi 30.000 personas vivieron la consecución de la segunda Copa Davis de la historia de España. Carlos Moyá recogió el testigo de Ferrero y untó de sobrasada la muñeca de Roddick  para finiquitar la final ante EEUU. Sin desmerecer el comportamiento del público hispalense, fueron la garra y la calidad de los españoles los factores que más ayudaron a la histórica victoria y no tanto esa maldita altitud que esgrimió el señor Pujol para dejar sin final a Madrid.

 

Pero tampoco se nos podía olvidar que casi en la otra punta del globo terráqueo una selección de fútbol ganaba por segunda vez un Campeonato del Mundo. En la especialidad de sala España es, hoy por hoy, la mejor sin discusión. En Taiwán ha revalidado el título que ya consiguió en Guatemala tras una apasionante final ante la siempre correosa Italia y que seguro ha hecho madrugar a miles de aficionados a este bello deporte. La verdad es que los chicos que dirige el Sabio de Hortaleza podían aprender un poco de los Javi Rodríguez, Marcelo, Luis Amado, Andreu y compañía para conquistar algún día de estos un Mundial de fútbol once.