
Victimismo asimétrico
El presidente de Freixenet, Josep Lluís Bonet, ha protestado porque "resulta muy doloroso" que "una situación política" les "afecta por razones extrañas". Sería comprensible que el presidente de Codorniú, por poner un ejemplo, realizara esa protesta, pero resulta difícil creerse tanta inocencia en un firmante del "Volem un nou Estatut", un manifiesto político en apoyo de un estatuto que resulta una ofensa directa para buena parte de su clientela.
Joan Gaspart, pese a que nadie echaba de menos sus declaraciones, ha afirmado que Laporta no está politizando al Barça y que el apoyo institucional al proyecto imperialista del nacionalismo catalán "no se hizo para molestar". Es cierto, se hizo para dejar claro a valencianos, aragoneses y mallorquines que deben someterse al dictado de los catalanes. Si se ofenden por eso, será problema suyo, parece querer decirnos. Y remata sus acusaciones acusando a los demás equipos de fútbol de hacer lo mismo, pero sin dar un solo ejemplo, claro.
Los nacionalistas catalanes, siempre tan sensibles a cualquier crítica que "desde Madrid" se dirija a los próceres de la Casa Nostra, no parecen querer darse por enterados de sus ofensas constantes al resto de españoles. Así, se desmayan cual damiselas porque en páginas web y a través del boca a boca se difunda una iniciativa para dejar de comprar productos de quienes firmaron el manifiesto. Sin embargo, no encuentran ofensivo que la Generalitat pague anuncios pidiendo a los catalanes que compren productos de la tierra, es decir, que no compren productos del resto de España. Serán cosas del federalismo asimétrico del victimismo.
Joan Gaspart, pese a que nadie echaba de menos sus declaraciones, ha afirmado que Laporta no está politizando al Barça y que el apoyo institucional al proyecto imperialista del nacionalismo catalán "no se hizo para molestar". Es cierto, se hizo para dejar claro a valencianos, aragoneses y mallorquines que deben someterse al dictado de los catalanes. Si se ofenden por eso, será problema suyo, parece querer decirnos. Y remata sus acusaciones acusando a los demás equipos de fútbol de hacer lo mismo, pero sin dar un solo ejemplo, claro.
Los nacionalistas catalanes, siempre tan sensibles a cualquier crítica que "desde Madrid" se dirija a los próceres de la Casa Nostra, no parecen querer darse por enterados de sus ofensas constantes al resto de españoles. Así, se desmayan cual damiselas porque en páginas web y a través del boca a boca se difunda una iniciativa para dejar de comprar productos de quienes firmaron el manifiesto. Sin embargo, no encuentran ofensivo que la Generalitat pague anuncios pidiendo a los catalanes que compren productos de la tierra, es decir, que no compren productos del resto de España. Serán cosas del federalismo asimétrico del victimismo.
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