Con la modestia y habilidad diplomática que lo caracterizan por encima de todo, Zapatero respondió a unos reporteros italianos que le preguntaron por el ataque que recibía por parte de Estados Unidos y el Vaticano. Dado que se desconoce ningún intento de invasión por parte de escuadrones de marines y sacerdotes, la respuesta adecuada hubiera sido desmentir tamaña exageración y mencionar amablemente las disensiones del gobierno español con los de esos países. O, al menos, eso hubiera sido la respuesta adecuada de un estadista responsable.

Sin embargo, Zapatero prefirió afirmar que "cuando uno está convencido de sus principios, convive incluso con el asedio", confirmando su carácter de narcisista sectario, tan visible en el reportaje de Marie Claire. Cuando el presidente del gobierno pone su propio ego por encima de los intereses de su país en las relaciones internacionales, el resultado es reducir a España a conformar un tripartito con esos otros dos narcisitas incorregibles que son Chávez y Castro. Qué triste destino.