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Solzhenitsyn también ganó la guerra fría

El nacionalismo vierte su alma sobre los no afines. Es la pedagogía del odio, que no conoce descanso, como señala Criterio, que recoge una viñeta que identifica a Daniel Sirera con el franquismo.
 
Los nacionalistas son extremos. Porque también tienen lugar para amores desenfrenados, como el que sentía Lluis María Xirinacs:
ETA no tortura. ETA mata los que considera sus enemigos, pero no tortura. En cambio Lasa y Zabala murieron torturados. ETA pone bombas en un lugar donde se puede herir gente que no sea militar o no sea relacionada con los opresores, pero avisa.
 
Llega el desastre a Cataluña y los nacionalistas saben cómo utilizar el enorme poder en sus manos:
Acusemos al Siglo de Oro, al franquismo o a la democracia, pero mientras ocurre esto donde mandan los nacionalistas, el día a día ha hecho de Madrid el centro económico, social e intelectual de España, e incluso de buena parte de Latinoamérica.
No es necesario ser nacionalista para gestionar mal, y eso lo sabe Antonio Pérez Henares, por ejemplo, de Magdalena Álvarez, Maleni:
La señora que no tiene ni la más remota idea de lo que se trae entre manos. Ni en carreteras, ni en energía, ni en trenes, ni en aviones ni en general en nada había salido poco por la simple razón de que no había hecho nada. O menos, pues fue su labor esencial retrasar, paralizar y poner trabas a lo previsto y como postre la inauguración de obras ajenas. Su gran oportunidad ha sido este agosto extraño y aquí la tenemos , lanzada en tromba.
 
Comparte con la Narbona una presunta habilidad política para cargar sus culpas al primero que pasa y un sectarismo partidista en el que se blinda no sólo de cualquier crítica externa sino también de cualquier movimiento interno, pues ahí la una y la otra tienen más conchas que un galápago y en eso de sobrevivir por los meandros del partido le dan lecciones al Tajo, al Ebro y al Guadalquivir juntos. 
Otis B. Driftwood sabe que el Hijoputa necesita una antropología, y ha comenzado a desbrozarla.
 
El juego democrático es sinceramente despreciado por muchos que se dicen demócratas. Y les gusta cambiar las reglas del juego cuando su mayor poder se lo permite. Bye, bye Spain recoge una frase del sociólogo liberal Víctor Pérez Díaz, expresada hace tiempo en un artículo en El País:
No es normal creer que ganar el poder permite cambios en las reglas del juego político. No debería olvidarse que alterar las instituciones aprovechando la relación de fuerzas es pésimo a largo plazo para un país, para su funcionamiento y su reputación, y también para quienes lo intentan.
Más análisis del bueno, ahora de la mano de Javier Muñoz, de iAbogado. ¿Cuál es la rama más activa del Gobierno? El DJNE, Departamento de Justificación de Nuestra Existencia. Encarnado en España por el Ministerio de Vivienda, una reliquia franquista traída, quizás, como ejemplo de la memoria histórica.
 
Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse. ¿Y al día siguiente de la crisis? Como no sobran, precisamente, buenos comentaristas de la economía, es una suerte contar con JGD. Sí, ese. Y una mirada (aviesa) a la prensa (aviesa).
 
Curioso mundo. Un joven blanco estafa con un DNI con la foto de un negro, mientras que otra estafa, esta por el Gobierno ruso, ha tenido que ser descubierta por un niño de 13 años.
 
Enrique Dans, colaborador habitual de Libertad Digital y autor de una reconocida bitácora, analiza, como Error 500, que Google añade StarOffice al Google Pack.
 
Juan Varela ha escrito una anotación (que va en serio, pese a llamar a Pedro J. "ideólogo de la derecha"), en la que dice que el director de El Mundo lo tiene claro:
Rato. ¿Cómo no erigir en nuevo líder de la derecha a un señor de familia rica que se fue al Fondo Monetario Internacional para vestirse oropeles internacionales y se vuelve -por amor, esto da para un folletón en el ABC- después de asegurarse la pensión de ex presidente?
Ahhhh. La derecha, los ricos, ya se sabe. Ni que Rato fuera de Intermoney. Tampoco es un héroe de la izquierda, un plutócrata, vaya, como Kofi Annan.
 
Un polaco cae en coma. Cuando despierta, 19 años después, el Muro de Berlín ha caído.
Está tan admirado de ver las calles coloridas, los bienes… Dice que el mundo es más bonito ahora.
Incluso teniéndose que mover en silla de ruedas.

Por cierto, ¿Ganó Solzhenitsyn la Guerra fría?

Cualquier relato de noticias, biografía o historia política del siglo XX que hable de quién 'ganó' la Guerra fría –una historia muy complicada, por cierto–, y que no incluya a Solzhenitsyn junto con Reagan, Thatcher y el Papa Juan Pablo II no sólo es incompleta, sino que está equivocada. Solzhenitsyn fue el hombre de dentro.

 

JCR

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