Cada molécula de metano tiene el potencial de producir 21 veces el calentamiento logrado por una molécula de CO2, y ya existen maneras eficientes para que los ganaderos reduzcan el metano de sus animales. Ni a las vacas ni a los cochinos les importaría.
Una reciente investigación llevada a cabo en Canadá encontró 20 maneras diferentes de reducir las emisiones de metano y de óxido nitroso, cada una de ellas capaz de rebajarlo en una tercera parte. América del Norte tiene más de 100 millones de cabezas de ganado, cientos de millones de cochinos y más de 2.000 millones de pollos; en su conjunto emiten toneladas de CO2, equivalente a los gases invernadero.
Los autores del estudio: Karin Wittinberg y Dinah Boadi, de la Universidad de Manitoba, sostienen que esa estrategia de reducción de gases invernadero debe ser prioritaria. Simplemente moliendo el alimento de los animales enjaulados se reduce el metano producido por éstos entre un 20 y un 40 por ciento, porque se hace más digerible el alimento.
El ganado que se alimenta de pasto de alfalfa de alta calidad emite la mitad del metano. Y rotar los lugares de pasto cada varios días también reduce las emisiones. Costaría muy poco motivar a los ganaderos para que alternen los pastos y utilicen los de mejor calidad, ya que también producen más carne y más leche. Las emisiones de metano del ganado se redujeron en una tercera parte cuando se añadió aceite de canola a su alimento, y el aceite de canola cuesta muy poco más que las calorías provenientes de granos.Las hormonas de crecimiento genéticamente desarrolladas en los laboratorios reducen la emisión de metano del ganado de leche en un 10 por ciento. Y estas hormonas todavía no son legales en Canadá debido a la oposición de grupos de activistas como Greenpeace.
Mantener separados tanto a los cochinos como a las aves de corral en grupos de diferentes edades, alimentándolos según su edad, reduce en un 50 por ciento las emisiones de metano, y también los malos olores. Como eso logra una alimentación más eficiente, el costo no aumenta casi nada.
Los activistas asimismo ignoran totalmente las reducciones de gas invernadero logradas por la producción de energía de plantas nucleares, y absurdamente quieren imponernos automóviles eléctricos. Quieren también afear horriblemente al campo con decenas de miles de turbinas de viento, que matan a los pájaros.
Hagamos el siguiente acuerdo: estaremos dispuestos a reconsiderar las emisiones de CO2 de los vehículos y de las fábricas luego de que ellos logren la aprobación por parte del Congreso de un plan efectivo y barato para reducir las toneladas de CO2, de metano y óxido nitroso emitidas por el ganado, los cochinos y las gallinas. Eso nos mostrará si en realidad están preocupados por el recalentamiento terrestre.
Hasta ahora toda señal indica que lo que más interesa a los activistas es reducir nuestro nivel de vida.
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