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José Bastida

Ideas, no sentimientos

Thatcher no jugaba a la demoscopia, la polítiquería o el sentimentalismo cursi como suelen hacerlo hoy nuestros dirigentes, tipo Rajoy y acólitos

Tiempos de zozobra, desconcierto y desánimo. Este es el paisaje de España tras la "razzia" zapaterista y la presente esterilidad de Rajoy. Esta situación hispana se puede trasladar a Europa, donde la burocracia más inútil y el economicismo incompetente se han apoderado de las carísimas instituciones comunitarias.

Pero no siempre fue así. La muerte de Margaret Thatcher nos rescata del marasmo para revivir tiempos en que políticos como ella luchaban por ideas y proyectos de libertad y prosperidad. Liderazgo, pasión intelectual y determinación política fueron las características de la Thatcher. Un perfil que no se encuentra hoy en ningún líder de esta frágil Europa, de quien la "dama de hierro" decía que era proyecto fallido porque no tenía una dirección definida, es decir liderazgo. Acertó de pleno esta gran señora que se carteaba con los grandes de la economía como Hayek y nunca eludió un debate o un problema sociopolítico por muy espinoso o grave que fuese. Porque la señora Thatcher no jugaba a la demoscopia, la polítiquería o el sentimentalismo cursi como suelen hacerlo hoy nuestros dirigentes, tipo Rajoy y acólitos o Rubalcaba y todos sus compañeros de viaje izquierdoso.

"No me pregunte por mis sentimientos pregúnteme por mis ideas", le espeto Thatcher, a la sazón primera ministra, a un periodista cuando se había producido un atentado terrorista del IRA. Así era esta mujer que creía fírmemente en el individuo y la familia, lo único existente, lo demás era una consecuencia de estas dos realidades naturales. Descanse en paz.

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