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Nuestros partidos de los Sudetes

Los Sudetes son una cadena montañosa situada en Europa central. A principios del siglo XX, buena parte de la zona pertenecía al Imperio Austro-Húngaro, pero la población era mayoritariamente de etnia y de lengua alemanas, por lo que diversos movimientos políticos pedían la incorporación de los Sudetes a Alemania. Es el caso, por ejemplo, del Partido Alemán de los Trabajadores, creado en 1903.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, en 1918, la zona quedó incorporada al nuevo estado artificial de Checoslovaquia. Y los partidos de los Sudetes comenzaron casi de inmediato a reclamar el derecho de autodeterminación.

En 1933, tras el ascenso de los nazis al poder en Alemania, el testigo de las reivindicaciones secesionistas lo coge el denominado Partido de los Sudetes, dirigido por Konrad Henlein. Por supuesto, el régimen nazi alemán comenzó casi inmediatamente a financiar a Henlein y a su partido, en línea con los deseos públicamente expresados por Hitler de anexionarse los Sudetes.

La financiación y el apoyo alemanes convirtieron pronto al Partido de los Sudetes en el primer partido de Checoslovaquia. En las elecciones de 1935, llegó a conseguir nada menos que el 68% de los votos entre la minoría alemana de aquel país.

Tres años después, y a pesar de que Francia y Rusia tenían acuerdos firmados con Checoslovaquia para proteger su integridad territorial, Hitler se anexionaba los Sudetes con la anuencia de las restantes potencias europeas, gracias a los vergonzosos acuerdos de Munich, de 29 de septiembre de 1938. El Partido de los Sudetes, que tanto había trabajado desde el interior de Checoslovaquia para esa anexión, quedó inmediatamente integrado en el Partido Nacional-Socialista Alemán.

Desde los albores de la Historia, la técnica de financiar grupos separatistas en el interior de otro país vecino, con vistas a anexionártelo total o parcialmente, o con vistas simplemente a desmembrarlo, ha sido utilizada por multitud de naciones e imperios. Esos grupos secesionistas constituyen un instrumento para la agitación política, hacen que ese país vecino pierda sus energías en enfrentamientos internos e incluso pueden llegar a proporcionar una coartada, en el momento oportuno, para una intervención, una invasión o un golpe de estado alentado desde fuera. Dado su objetivo de expansión territorial, no es extraño, por tanto, que la Alemania nazi financiara con generosidad a aquel Partido de los Sudetes que actuaba como su caballo de Troya dentro del frágil estado checoslovaco.

En España también tenemos nuestros "partidos de los Sudetes", exigiendo autodeterminaciones. Hay países democráticos donde ese tipo de partidos están prohibidos, pero aquí en España no lo están. Por tanto, existen. Pero lo que no es normal es que sean los propios estados los que se dediquen a financiar con generosidad a los grupos secesionistas que los quieren destruir. Resulta impensable, por ejemplo, que hubiera sido el estado checoslovaco, y no Hitler, el que se dedicara a nutrir las arcas del Partido de los Sudetes.

Sin embargo, aquí en España, eso es precisamente lo que sucede: PP y PSOE se dedican, desde hace décadas, a impulsar, promover y financiar a partidos que buscan la ruptura del estado y de la Constitución.

En otras legislaturas, cabía la duda de si eso se hacía por puro cálculo electoral. ¿Cuántas veces no habremos oído esa pamema de que PP y PSOE cedían ante CiU porque no tenían mayoría absoluta y necesitaban sus votos? Sin embargo, esta tercera legislatura de Zapatero (o primera de Rajoy, como quieran llamarla) ha venido a demostrar que aquello no era más que una excusa. El PP cuenta hoy con la mayoría absoluta y con el control del grifo del dinero, en un momento en que el dinero escasea. Y a lo que se ha dedicado, con la anuencia del PSOE, es a seguir financiando con generosidad el separatismo, con cargo a los bolsillos de todos los catalanes y del resto de españoles.

No solo eso: en esta legislatura, PP y PSOE han dado entrada en el Consejo General del Poder Judicial a CiU y PNV; PP y PSOE han dado entrada en la comisión encargada de velar por la unidad de mercado a CiU y PNV; PP y PSOE mantienen la presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso en manos de un miembro de CiU; PP y PSOE han continuado impulsando las políticas lingüísticas que tratan de acentuar la diferenciación entre españoles; y PP y PSOE se dedican a lanzar sistemáticamente globos sonda para intentar que sus respectivos electorados acepten una reforma constitucional que suicide a la Nación española y blinde a los separatistas en sus respectivos territorios.

PP y PSOE financian, promueven e impulsan de manera sistemática a nuestros múltiples partidos de los Sudetes. No son gobiernos extranjeros, sino nuestros propios gobiernos, los que se dedican a destruir el estado, apoyando a quienes lo socavan.

Con lo cual, habrá que preguntarse por qué. Una posibilidad es que nuestros gobernantes estén aplicando políticas que se deciden más allá de nuestras fronteras. La otra posibilidad es que a nuestros gobernantes les conviene la existencia de tantos partidos de los Sudetes porque, en el fondo, esos secesionismos son la excusa perfecta para poder mantener esos chiringuitos autonómicos que tan estupendamente les permiten a todos vivir a nuestra costa. Estas dos posibilidades no son incompatibles entre sí.

Pero, en el fondo, da igual cuál sea la razón por la que PP y PSOE intentan desesperadamente que la Nación española se suicide: el caso es que están empeñados en hacerlo. Y tendremos que ser nosotros los españoles los que paremos los pies, votando, a todos nuestros partidos de los Sudetes y a sus verdaderos jefes, que son aquellos que, desde el gobierno central, se dedican a financiarlos para destruir la Nación.

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