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Real Madrid-Olympiakos… Otra vez

Una final de Copa de Europa para el Real Madrid, huele casi a añejo. Aunque para algunos, 1995 no les parece tan lejos. En aquella final ya se practicaba el tostón-ball que hoy se muestra en muchas pistas europeas. Quizás la asociación de ideas me hace verlo mucho más cercano. Hagan memoria y piensen lo que fueron las finales europeas de 1993 (sí, la del Limoges), 1994 (la del título de la Penya. El que ganaran los badaloneses nos hizo olvidar un partido insoportable, lleno de emoción, eso sí), 1996 (otra que un…llamémosle tapón de Stojan Vrankovic, olvidó lo que fue aquello) y para rematar, está la de 1998 (y los 43 puntos anotados por el AEK Atenas de José Lasa, que perdieron ante la Kinder Bolonia en el Sant Jordi barcelonés). Entre medias está la ganada en 1995 por el Real Madrid en Zaragoza. Tampoco fue brillante, no. Es curioso, porque esas finales me parecen ahora más cercanas a la actualidad que lo que se vivía un puñado de años antes, con aquellas finales ochenteras, al cual más espectacular, emocionantes y excitantes. Cuestión de estilos será.

Pues con varios estilos, cambiando y reaccionando, el Real Madrid se ha impuesto al F.C. Barcelona Regal (74-67) y disputará la próxima final de la Euroliga el Domingo 12. Cambiando estilos digo, porque Pablo Laso vio inútiles los esfuerzos de sus pupilos de jugar con espacios y en situaciones de uno contra uno. Nadie se iba. Ni Mirotic, como hombre alto más rápido que había en la pista, ni Llull del suyo, ni Rudy Fernández. Maniatados ante una defensa azulgrana extraordinaria en ese aspecto. Y Laso cambió el guión, porque tenía buen arsenal en el banquilo. Sale Sergio Rodríguez y el partido cambió de forma radical. La solución no eran los unos contra uno, sino los dos contra dos iniciados por el Chacho, una joya de jugador haciendo esa jugada, que con ciertas características que ya hemos hablado aquí (pincha aquí para leerlo), provocó movilidad y mordacidad en esa jugada. Y si no se saca ventaja de forma directa del bloqueo y continuación, sí de forma indirecta, porque Sergio Llull está más libre y le da por anotar triples, igualándose incluso a la racha que tenía Navarro en esos minutos. A propósito, grandes minutos de Navarro y gran decisión de Laso de mantener a Llull en ese segundo cuarto junto al canario de la barba interminable.

Quizás por hacerle descansar, quizás por arriesgarse en demasía, mantuvo Laso muchos minutos alChacho sentado en el tercer cuarto. Y el Barcelona volvió a reaccionar, sobre todo de la mano de un maravilloso Ante Tomic que, al margen de números y designaciones a tenor de esa cosa rara estadística llamada valoración, se coronó como un grande en Europa en este partido. Navarro estaba muy bien defendido por Rudy inicialmente y luego por Sergio Rodríguez (sí, ese que decían que no defendía), además que le va llegando la fatiga,  y a Tomic le faltó una pareja de baile claramente, alguien que desde el poste alto le surtiera de balones a las posiciones que él porfiaba por ganar bajo el aro. Debió ser Erazem Lorbek o Wallace, da igual. No fue ninguno. Y Marcelinho Huertas que también estuvo muy notable, de repente veías que echaba broncas a los compañeros por no ejecutar el baloncesto correcto, aún yendo por delante en el marcador. Parece que el brasileño intuía que aquello no funcionaba.

               Y cuando mejor lo tenían los azulgranas, con un Real Madrid desarmado, sin Rudy en aportaciones ofensivas, sin ningún pilar interior en ataque de garantías (¿Y Mirotic? ¿Dónde estaba?), cuando yo al menos intuía que le faltaba variedad y balance interior-exterior a los blancos, tiran de orgullo de Sergio Rodríguez y de Felipe Reyes. Defienden, rebotean y salen corriendo. Y Felipe corre, y rebotea en el aro blaugrana. Y los mismos síntomas de incapacidad de coger rebotes que mostró el CsKA Moscú (ahora hablamos de ellos), la tuvo el equipo de Xavi Pascual, que hizo la probatura minutos antes de tener a Jawai en pista, cuando a estos niveles, los jugadores lesionados pueden forzar una falta, anotar una canasta, sí. Pero llegan tarde a defender al suyo, a una ayuda, no tienen rapidez de desplazamientos…y acaban restando más que sumando. Y fue lo que les sucedió, aunque el experimento duró poco, eso sí.

Y así el Real Madrid, lanzado, con un -creo recordar- 17-2 como parcial en el último cuarto, hundió a un Barcelona con jugadores muy cansados, que en vez de facilitar la tarea a Tomic, único que podía sustentar aquello, se dedicaron a tirar desde el exterior con nulo acierto. O sea, que nueva final blanca. Les vi ganar en 1995. Les vi perder en 1985 y reconozco que escoció mucho. Era llover sobre mojado, puesto que el Barcelona perdió una final increíble un año antes (¿quien recuerda a la "libélula" Larry Wright? Un mito más en Europa). No soy yo de los que me guste ver perder a representantes españoles finales europeas, entre otras cosas porque esas marcan y dejan herida. Toda la suerte a los blancos.

              

El desastre del CsKA Moscú

Cuando un partido no tiene historia, porque no hubo partido, porque no hay crónica que hacer, es muy triste para quien lo pierde. Porque suele ser el caso que, ni tan siquiera compiten. Y eso fue lo que les sucedió a los moscovitas del CsKA (a propósito, suelo poner la "s" en minúscula, porque así me contaba el periodista y gran amigo Sixto Miguel Serrano que lo veía escrito en Moscú, en cirílico, eso sí). Cuando todos, pero todos ¿eh?, los rebotes largos, los balones sueltos, iban a manos del mismo equipo, del Olympiakos (no me vengan con zarandajas lingüísticas que es con “c” y no con “k” ahora. Siempre será con “k” para mí. El que cambiasen una letra, ni tan siquiera fonema, para que de cara al fisco, fuese una entidad diferente y ciertas deudas quedasen ‘en el aire’, no me es excusa para un equipo que viste igual, mantiene el mismo escudo y el mismo pabellón). Y ahí estaba esa generación que nos fascinó el año pasado, de Sloukas, Papanikolau y toda su joven tropa, rodeados de profesionales y gente cargada de ilusión, ya sean Hines, Antic o Law. ¡Ah! Y Spanoulis, claro.

               Los hombres de Ettore Messina cobran… creo que oí cifras desorbitantes al principio de temporada, creo recordar que 18-20 millones como  presupuesto más que el Real Madrid y el Barcelona. Y perder así cuando hay tanto billete en juego, es muy duro. No seré yo quien ataque a Messina por este partido. Responsabilidad tiene, por supuesto, pero es cierto que no les entraba ni un tiro exterior. Ni uno. Y esos, no los tira el entrenador. Los jugadores son humanos, y tienen días de estos. Claro, que desde el banquillo se pudo buscar otra estrategia, supongo. Y eso de ir andando con 15 abajo en el último cuarto… Ahora dejo vía libre para que hablen del sistema Messina, que lo que sí fue, poco o nada flexible. No fue el día para nadie.

Pues una final Real Madrid-Olympiakos, que será más dinámica, seguro, que la vista en Zaragoza. Espero que un mejor espectáculo…y que no cambie el campeón de aquella cita.

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Antonio Rodríguez en twitter: @tonystorygnba

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