Lo que ha pasado en España ha desembocado en la farsa de un pacto de quejicas: unos fingen en Madrid que están matando al golpismo y los golpistas en Barcelona fingen que los matan.
O el nuevo Padrino convence a la CUP para que se deje de paellas y lleve a sus votantes a las urnas, o el futuro inmediato de la Generalitat quedará en manos del clan de los Colau.