Aquí no dimite nadie y la culpa es del capitalismo. El cuajo de Pedro Sánchez es de tal calibre que tras superar el estupor inicial por el apagón se ha lanzado al ataque con todos los medios a su alcance. De quienes abogan por la energía nuclear dice que son unos "ignorantes" o que actúan de "mala fe". Otros terraplanistas. Nadie le puede llevar la contraria. Los molinos de viento y los paneles solares son sagrados y todo el mundo se equivoca menos él. He ahí al primer ministro de un país apagado e incomunicado durante todo un día que pretende salir reforzado de semejante catástrofe. Pero en su mundo sólo se trata de una batalla cultural, otra más, eólicos contra atómicos.
Tardó casi tres horas en reunir el Consejo de Seguridad Nacional y más de seis en dar la cara, la misma, por cierto, que el día de Paiporta. Sánchez no es de los que se crecen en la adversidad. Quedó claro en la pandemia, en la gota fría y ahora mismo, cuando a la ausencia de planes de prevención y reacción se suma esa especie de fanatismo climático de las "renovables" que lo único que esconde es un saqueo monumental de fondos públicos vía comisiones, impuestos, peajes y subvenciones.
La presidenta de Red Eléctrica Española y exministra de Vivienda de Zapatero, doña Beatriz Corredor, es el peón que está dispuesto a sacrificar Sánchez para sortear la crisis. Hasta ahí nada más. Mientras tanto, la exministra de Transición Ecológica Teresa Ribera es ahora vicepresidenta primera de la Comisión Europea cuando debería estar en España dando explicaciones sobre los efectos de la política de recuperar el cauce "natural" de los ríos. Su sucesora en el Consejo de Ministros de Sánchez se llama Sara Aagesen. Era secretaria de Energía. Experta en cambio climático. ¿Qué más se puede decir?
Mucho más relajado al comprobar la cantidad de parapetos a su disposición, Sánchez muestra su lado Broncano. Al menos cinco personas fallecidas a causa del apagón, miles de millones de euros en pérdidas, cientos de miles de viajeros afectados, los que pasaron la noche en estaciones, polideportivos o a la intemperie, los que sufrieron horas de angustia encerrados en ascensores o atrapados en trenes, etcétera, etcétera y va Sánchez y suelta eso de "¿con cebolla o sin cebolla?" en el Consejo de Seguridad Nacional.
Claro. La vida sigue. El que necesite ayuda que la pida. Yo estoy bien.