Después de lo de Galindo que Roldán saliese a la calle era cuestión de tiempo, de poco tiempo, apenas un mes. Galindo se ha escudado en su ya provecta edad y en problemas de salud. Seguramente a los que ordenó torturar y asesinar valiéndose de su cargo en el cuartel de Inchaurrondo ninguna de las dos cosas les termine de convencer. Quizá les falte talante. El que le sobra a Gallizo.

Lo de Luis Roldán, personificación calva y regordeta del desmadre felipista en el Gobierno de la Nación, es el penúltimo conjuro de Zapatero a los fantasmas del pasado. Roldán está, nueve años después de uno de los mayores escándalos políticos de la Historia de España, en la calle. Sólo nos queda saber a todos dónde dejó el dinero, porque aparecer, lo que se dice aparecer, no ha aparecido todavía.