Acostumbrados a empresarios domeñados y/o acobardados por el poder político, especialmente cuando lo detenta el partido de los cien años de honradez, refresca saber que aún queda en la clase empresarial española gente como Manuel Pizarro, presidente de Endesa y hombre de principios que se debe a su compañía. En una operación política como la que se esconde tras la OPA de Gas Natural era necesario que alguien pusiese la cara por los accionistas de Endesa -propietarios de la empresa- por los clientes y por los miles de empleados de ese gigante energético. Pizarro, apasionado como no suelen serlo los presidentes de las grandes empresas, lo ha dejado claro "No seré nunca empleado de La Caixa". Eso por si a alguien le quedaban dudas sobre lo que de verdad se cocina en esta infame cacicada del Gobierno. Tal derroche de firmeza, como no podía ser de otra manera, ha sido bienvenido por los mercados. Este viernes el título de Endesa se ha apreciado un 2 por ciento en la Bolsa de Madrid y ya vale 37 céntimos más de los ofrecidos por Gas Natural en la OPA. Al pez chico le va a costar todavía más comerse al grande, y en eso poco puede hacer el Tripartito.