Pocas imágenes puede haber más desalentadoras para un católico que ver al ocupante del Trono de Pedro confraternizar con capos comunistas. Desde que llegó al Papado el cardenal argentino Jorge Bergoglio, no hay caudillo izquierdista que no haya tenido su encuentro con el Sumo Pontífice en un clima de cordialidad y afecto que repugna a cualquiera que conozca qué es el comunismo y qué hace con los creyentes en cuanto se le presenta la ocasión.
El último ultraizquierdista en reunirse con el papa Francisco ha sido la vicepresidenta del Gobierno de España, Yolanda Díaz, conocida admiradora del régimen criminal que padecen en Cuba desde 1959.
La recepción brindada por el Papa a la comunista Díaz ha despertado una oleada de entusiasmo entre los ultras españoles, que ven ahí un refrendo de la Iglesia a las ideas que siempre han defendido y ahora tratan de imponer desde el Gobierno.
El líder del PCE, el siniestro alabardero de las FARC Enrique Santiago, ha elogiado la visión política del Papa, a quien considera un "aliado" en el camino emprendido por la izquierda para la imposición de fechorías liberticidas como la llamada economía verde, que pone en grave riesgo el desarrollo humano, especialmente en los países pobres.
El propio equipo de la comunista Díaz ha dado a conocer el contenido del encuentro vaticano, que habría girado en torno a la reforma laboral pergeñada por Sánchez, Díaz y su banda. Este interés del Sumo Pontífice en la normativa que regula el mercado de trabajo en España contrasta con su indiferencia hacia las medidas anticatólicas del Gobierno social-comunista.
Todo esto sucede, además, cuando se conmemora el 85 aniversario de la matanza de Paracuellos, genocidio anticatólico perpetrado por la izquierda española, cuyo legado reivindica orgullosa la comunista Díaz, que tan buenas migas parece haber hecho con el máximo dirigente de la Iglesia católica.