Más País, partido de ultraizquierda surgido de la enésima escisión podemita, concurrirá a las elecciones del próximo 10 de noviembre con unas listas copadas por personajes que no han trabajado jamás en el sector privado.
Señaladamente, el chavista Íñigo Errejón, haragán proscrito en la universidad a la que parasitó, es el líder de esta formación de advenedizos que van dando lecciones a todo el mundo sin haber dado un palo al agua y abominan de la sociedad y del sistema que les permiten vivir tan bien sin merecerlo, de ninguna de las maneras.
Es verdaderamente increíble, de hecho, que un hatajo de rebeldes sin causa –buena– tengan la desvergüenza de presentarse a unas elecciones para solucionar los problemas de una sociedad de la que tanto toman y a la que nada han aportado. No saben de nada, son revolucionarios por cuenta ajena muy mal acostumbrados a vivir del prójimo, al que para colmo no dejan de sermonear.
Un partido de extrema izquierda dirigido por intelectualoides empotrados en la universidad pública –así le luce el pelo– es garantía de desastre en caso de que cuente con alguna capacidad de decisión. Ahí están sus propuestas pueriles o delirantes pero siempre liberticidas, pensadas para saquear y someter al contribuyente, que, qué injusto, no ha hecho más que pagarles sus comodísimas vidas.
Errejón y sus semejantes hablan y no paran de regeneración y van de intelectuales comprometidos a los que sólo mueve el amor a la sociedad, pero no son más que una banda de chupópteros que se creen con el derecho a ser vitaliciamente mantenidos por una ciudadanía a la que desprecian profundamente.
No es casual que manifiesten su decidida voluntad de trabajar –es un decir– con un PSOE donde descuellan sujetos cortados por su mismo patrón, como la inefable Adriana Lastra o el propio Pedro Sánchez, que ha trabajado menos en el sector productivo que en su tesis doctoral.