El pueblo venezolano está dando un ejemplo extraordinario en su lucha contra la tiranía de Nicolás Maduro. Este domingo los venezolanos, que quieren vivir en un país libre, próspero y en paz, acudieron masivamente a las urnas para rechazar con total contundencia la última maniobra del régimen criminal que los sojuzga, pensada para enterrar cualquier posibilidad de recuperar la democracia y las libertades.
Víctimas de un abominable abandono internacional, los demócratas venezolanos están haciendo gala de una valentía y un heroísmo conmovedores, enfrentándose como pueden a unas fuerzas de seguridad devenidas sanguinarias fuerzas represivas y a la escoria pandillera que les hace el trabajo aún más sucio.
España tiene la obligación de desempeñar un papel mucho más activo en pro de la libertad de Venezuela, país hermano al que le unen poderosísimos vínculos de todo tipo, empezando por los cientos de miles de venezolanos de origen español que sufren allí a diario los desmanes de Maduro y su mafia y por los igualmente numerosos venezolanos que, angustiados e impotentes, contemplan desde aquí la devastación que se cierne sobre su país. Las infames actividades del descalificable José Luis Rodríguez Zapatero, con toda justicia duramente criticadas por los demócratas venezolanos, no pueden ser el referente de la acción diplomática española.
España ha de situarse inequívocamente del lado de los demócratas venezolanos y denunciar con firmeza, en todos los foros y siempre que tenga ocasión, la sanguinaria tiranía madurista. Los partidos políticos, el Gobierno y el Rey han de sumar esfuerzos a tal fin y hacer saber a los venezolanos y a la comunidad internacional que la inmensa mayoría de los españoles quiere para Venezuela lo mismo que para España: democracia, libertad y prosperidad.