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EDITORIAL

Feijóo arrasa, Rajoy no gana

Feijóo ha sido mucho mejor candidato que Alonso y Rajoy no logra obtener nada en estas elecciones que le ayude a desbloquear su investidura.

El resultado de Alberto Núñez Feijóo ha sido lo más notable de la noche electoral: el candidato popular en Galicia no sólo ha mantenido los escaños que tenía, tras cuatro años durísimos para el PP en la mayor parte de España, sino que ha conseguido más votos y más porcentaje de voto que en 2012. Feijóo dobla holgadamente a su inmediato seguidor y prácticamente triplica el número de escaños que tendrán en el Parlamento gallego tanto En Marea como un PSdeG que ha sufrido los peores resultados de su historia.

Se trata de una incontestable victoria personal de Feijóo, por mucho que desde Génova se quiera vender como un éxito de Rajoy lo que no ha sido sino el respaldo en clave regional a una excelente gestión y a un candidato que ha demostrado su capacidad y que no se presentaba con los infinitos lastres con los que Rajoy concurre a cada nueva cita electoral. Un candidato que ha hecho campaña a su aire, para nada amparado en las siglas de su partido, y marcando todas las distancias con el presidente del Gobierno nacional en funciones, que en la región obtuvo unos niveles de apoyo sensiblemente inferiores en las elecciones generales del pasado junio.

Para Rajoy, además, el excelente resultado de Feijóo en Galicia tiene una utilidad muy limitada, por mucho que tanto Podemos como el PSOE hayan fracasado en su intento de desalojar al PP del Gobierno regional.

Menos provecho aún va a poder obtener de lo arrojado por las urnas en el País Vasco, donde el candidato popular, Alfonso Alonso, era mucho más identificable con él, de hecho, hasta hace unos meses era miembro de su Gobierno. Ahí, el PP ha cosechado su segundo peor resultado autonómico desde la refundación de 1990: los 9 escaños de este domingo son una patética sombra de los 19 de 2001, su mejor resultado regional. Pese a la estupefaciente euforia exhibida por los líderes del PP vasco en la noche electoral, lo cierto es que el partido de Rajoy y Alonso es una fuerza irrelevante en el Parlamento autonómico, que no tiene nada que ofrecer a Urkullu a cambio de su hipotético voto por Rajoy en el Congreso de los Diputados.

Capítulo aparte merece el descalabro del PSE-EE, que ha perdido más de siete puntos y otros tantos escaños respecto a hace cuatro años; cuando sólo hace siete Patxi López lograba ser lehendakari por la fuerza de sus 25 diputados y su 30% de respaldo electoral...

El desplome es descomunal, pero aun así puede llegar a permitir a los de Idoia Mendía ser determinantes si logran llegar a un pacto con el PNV, posibilidad que puede ser también la única vía de escape de Pedro Sánchez para evitar la guerra interna.

Rajoy no tiene nada que apuntar en su haber tras estas citas electorales, que no hacen más probable una investidura y, por el contrario, acercan más una tercera convocatoria electoral, por mucho que genere un inmenso rechazo en la mayoría de los españoles.

Ésta ha sido una noche electoral en la que, con la excepción de Feijóo y Urkullu –que ha conseguido también un excelente resultado–, nadie puede decir que ha obtenido un éxito rotundo. Y menos que nadie Podemos, que no ha logrado ni acercarse a impedir la mayoría absoluta del PP en Galicia y que ha estado muy por debajo de las expectativas en el País Vasco, donde ha perdido nada más y nada menos que la mitad de los votos que obtuvo hace sólo tres meses en las elecciones generales. Es obvio que se trata de convocatorias diferentes, que no se pueden comparar sin más, pero la magnitud del desplome es tan importante, y en tan poco tiempo, que es imposible que el dato pase inadvertido.

Finalmente, hay que hacer referencia a los pésimos resultados de Ciudadanos, que se ha quedado fuera de ambos Parlamentos autonómicos. Se han confirmado los peores datos previstos por las encuestas y queda en evidencia la estrategia de campaña de los de Rivera, que parecían no saber muy bien cuál era su lugar tanto en Galicia como en el País Vasco y que no han conseguido transmitir ni fuerza ni energía ni la sensación de ser una fuerza necesaria en ninguno de los dos territorios. Ciudadanos empieza a estar ausente de demasiados Parlamentos autonómicos, lo que no puede permitirse una formación que aspira a ser determinante en la política nacional, así que ha de hacer una muy seria reflexión al respecto.

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