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EDITORIAL

Podemos, izquierda reaccionaria

Podeos es una tropa hiperideologizada de izquierda reaccionaria que pretende solventar los problemas del siglo XXI con las peores recetas de los siglos XX y XIX.

Este fin de semana, la formación de extrema izquierda que se presenta y es presentada como gran esperanza del regeneracionismo indignado ha brindado un espectáculo inenarrable con motivo de su asamblea ciudadana, que en un alarde de innovación posmoderna ha celebrado en una plaza de toros con la escenografía usual en todos y cada uno de los happenings que llevan a cabo los partidos que los mandarines de Podemos –apalancados en la hiperendogámica y harto mediocre universidad pública española– encuadran en la denominación genérica de "la casta".

En una atmósfera estupefaciente de culto al líder, los asamblearios de Podemos han hecho un despliegue de ranciedad ideológica y argumental que viene a confirmar que son lo que parecen en cuanto uno no esté en el ajo o no se quiera engañar: una tropa hiperideologizada de izquierda reaccionaria que pretende solventar los problemas del siglo XXI con las peores recetas de los siglos XX y XIX. Que lemas que ya daba vergüenza escuchar en las universidades hace veinte años vuelvan a esgrimirse con tanto desparpajo dice mucho del estado de la enseñanza española y de lo desnortada que se encuentra la sociedad. Por si no fuera suficiente, también han demostrado que, si se lo proponen, pueden ser más cursis que el referente indiscutible en la materia en los últimos decenios, el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero.

La izquierda reaccionaria que representa con innegable éxito de convocatoria Podemos es un disparate que puede salirle muy caro a este país tan baqueteado, con tanto frente abierto. Un error que está cometiendo la sociedad española en buena medida por culpa de los partidos tradicionales y las instituciones, que no sólo no han estado a la altura en los momentos decisivos de los últimos años sino que se han comportado en no pocas ocasiones de manera deplorable.

La regeneración democrática es perentoria, pues, no puede demorarse más y todo el mundo tiene que ponerse manos a la obra. Quien no lo haga, habrá de pagarlo. Pero lo que de ninguna de las maneras se puede es confiar tan delicada misión a semejante tropa de iluminados, que terminarán de conformar su modelo de organización el mes que viene, poco después del 25 aniversario del colapso del Muro de Berlín, erigido para impedir a la gente escapar del socialismo que andan resucitando.

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