La asociación Inter-SOS está compuesta por personas que han perdido a sus seres queridos. Uno de sus fundadores es Juan Bergua, padre de Cristina Bergua, que desapareció cuando tenía dieciséis años. Cristina se hizo humo en marzo de 1997, en Cornellá de Llobregat, y mientras tengamos fuerza seguiremos buscándola.
Cristina es una cara bonita, un sueño inalcanzable, una bandera de esperanza. Cuando sus padres miran la foto irisada por el tiempo, palpada hasta la saciedad, ven muy lejos un latido que no se apaga, como si alguien les dijera que aún está viva. Cristina salió por la tarde para encontrarse con su novio, un chico del que se dice tenía diez años más que ella. Según se cuenta, a las nueve Cristina quiso regresar y su novio la acompañó durante un rato. Sin embargo, ella nunca llegaría a su destino. Nadie ha vuelto a verla.
En otros países se ponen las caras de los desaparecidos en los cartones de la leche o se ofrecen recompensas, pero en España nos limitamos a rastrear los alrededores de los lugares calientes, peinar la tierra durante un par de días... y luego dejamos que pase el tiempo. Ha llegado la hora de decir basta: hay que exigir más. Que se busque a los desaparecidos, que se formen policías en los mejores centros, estén donde estén; que se pongan los medios necesarios y se contrate a gente preparada, entregada... Brigadas de buscadores, expertos husmeadores, perfiladores del FBI, detectives privados, escritores, guionistas, faquires, videntes. No importa quién tenga el hilo, lo que importa es llegar a la madeja. ¿Cómo lo hacen en otros países? Vamos a aprender.
De momento respaldemos estas III Jornadas Nacionales de Desaparecidos, en la que participaremos perros viejos del periodismo como Paco Lobatón, Augusto Rey y un servidor. En Libertad Digital TV están pasando, todos los miércoles, fotos de desaparecidos: ¿por qué no hacen lo propio las demás cadenas, los telediarios y noticiarios de autor? ¿Quién se ha cansado en España de buscar a los desaparecidos? Yo, desde luego, soy de los que no se cansan. De los que no perdonan.
¿Dónde está Sara Morales? ¿Dónde está Yeremi? ¿Y todos los demás? Un buen investigador debería encontrar al menos un desaparecido en su vida.
Esto no es el mensaje a García que nos hacían llevar en la Facultad de Periodismo; éste es el recado urgente de la preocupación y la angustia. De momento, vamos a plantarnos: lo primero, que no desaparezca nadie más; lo segundo, que seamos capaces de encontrar a los que ya faltan. Debemos ser conscientes de que todo apoyo es poco, y de que hace falta dinero, inteligencia y entusiasmo. Y habrá que aportarlo, ¿no les parece?