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José García Domínguez

Las ‘fake news’ del separatismo

La prensa 'amarilla' de Barcelona ha perdido ya cualquier asomo de honestidad.

La prensa 'amarilla' de Barcelona ha perdido ya cualquier asomo de honestidad.
Jordi Sànchez | Europa Press

La connivencia subvencionada con los sublevados de octubre y sus epígonos bullangueros, los promotores de las algaradas callejeras de ahora mismo, ha llevado a que la prensa amarilla de Barcelona se anime de una vez por todas a romper con las últimas apariencias cosméticas que aún le permitían afectar algún lejano vínculo de parentesco con la honestidad intelectual. Cautivos y desarmados los últimos prejuicios estéticos, las rémoras de lo que en algún tiempo ya muy remoto fueron periódicos serios y hasta respetables, de un tiempo a esta parte se miente a calzón quitado desde la trinchera editorial. Sin afeites ni disimulos arcaicos, lo suyo ahora mismo es el periodismo de hooligans y para hooligans. Al punto de que, comparado con los guisos de olla podrida que a diario se pueden degustar en los kioscos de Barcelona, hasta El Alcázar hubiera pasado por un digno sucedáneo ibérico del Times de Londres. Cátese, sino, la última gran trola coral a la que están dando pábulo los dircom del golpe.

Se trata de la bola de moda en Barcelona, esa que pretender enmendar nada menos que a la ONU con la candidatura de Jordi Sánchez. Así, en La Vanguardia del presunto Grande predica cierto Luis B. García que "Puigdemont reclama la necesidad de exigir que se cumpla con las medidas de la ONU" a propósito de los apetitos presidenciales del alborotador Sánchez. En elnacional.cat, belicosa gacetilla digital dirigida por el siempre insobornable Pepe Antich, una Marta Escobar sentencia rotunda que "Torrent ha recordado al magistrado Pablo Llarena la resolución de la ONU que insta a España a garantizar el derecho político del candidato a la Presidencia y que, por tanto, el tribunal tiene que permitir que se someta a la votación". A su vez, otra oscura Núria Orriols titulaba con gran despliegue tipográfico en el Ara que "Sánchez mantendrá el escaño a raíz del pronunciamiento de la ONU". Como se ve, ya no estamos ante una vulgar resolución sino ante todo un pronunciamiento de la ONU. En el Avui, aunque sin dejar rastro de firma alguna, se aseguraba a sus incautos lectores: "El Comité de Derechos Humanos de la ONU pide medidas cautelares para evitar daños irreparables".

Y en el siempre desternillante Vilaweb, en fin, subían la apuesta con el siguiente reclamo de portada: "Turull también reclamará medidas cautelares a la ONU". Huelga decir que todo es mentira. Sí, simplemente es mentira, pura y dura mentira, que exista resolución alguna de las Naciones Unidas por la que se obligue al Reino de España a permitir el proceso de investidura de Jordi Sánchez. Bien al contrario, y como acaba de decir Inés Arrimadas, la respuesta de la ONU al escrito presentado por los abogados de Sánchez constituye un simple y burocrático acuse de recibo. Únicamente un acuse de recibo. Apenas eso. El mismo acuse de recibo, por cierto, a través del que ese apéndice de la ONU se dio por enterado de la reclamación simultánea de Puigdemont. Ergo, el Comité de la ONU no ha establecido que en España se estén incumpliendo los derechos políticos del recluso Sánchez. Y muchísimo menos le ha dado la razón. Mienten, luego cabalgamos.

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