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Piojos sindicales

Los piojos son una familia de insectos parásitos que habitan en los cuerpos de aves y mamíferos. Se conocen unas 3500 especies distintas de piojos, cada una de ellas especializada en un tipo de huésped concreto, o incluso en una zona corporal concreta de un determinado tipo de animal. Así, por ejemplo, existen tres especies distintas de piojos que afectan al ser humano: el piojo de la cabeza, el del cuerpo y el del pubis.

Los análisis de ADN han permitido demostrar, viendo las diferencias genéticas entre los piojos de la cabeza y del cuerpo, que la especie humana empezó a perder el pelo corporal hace unos 2 millones de años. Hasta entonces, nuestro cuerpo estaba uniformemente cubierto de pelambre, como el de casi todos los restantes primates.

Los piojos, como todo parásito, viven a costa de su huésped, sin proporcionarle nada a cambio. Los que afectan al hombre son piojos chupadores de sangre, pero hay otras especies que se alimentan de las células muertas de la piel o de las secreciones sebáceas.

Como casi todos los parásitos, cuando su huésped fallece, los piojos se ven forzados a emigrar. Por ejemplo, los piojos humanos detectan la bajada de temperatura del cuerpo y huyen del cadáver al morir la persona que los albergaba. En esa emigración, tienen apenas dos días para encontrar un nuevo huésped, antes de morir ellos también.

Como saben ustedes, anteayer fallecía en La Coruña, a los 69 años, Rosalía Mera, creadora del imperio Inditex junto con su ex-esposo, Amancio Ortega. De familia humilde, Rosalía Mera abandonó el colegio a los 13 años para ponerse a trabajar, y a los 19 fundaría con su marido la empresa Confecciones GOA, que sería la semilla de la que nacería la cadena de tiendas Zara unos años después. Hoy, el grupo empresarial Inditex está presente en 77 países de todo el mundo.

Al margen de sus actividades empresariales, Rosalía Mera creó y presidía la Fundación Paideia, dedicada al desarrollo de la economía social y a la integración laboral de los discapacitados. Ideológicamente, se sentía una persona de izquierda, que no olvidaba sus orígenes a pesar de ser la mujer más rica de España. Y a pesar de ser la mujer más rica del mundo, de entre aquéllas que no han heredado su fortuna, según la revista Forbes.

Rosalía Mera era, por tanto, una gran mujer, hecha a sí misma y comprometida socialmente. Es natural, por tanto, que se produjera un enorme revuelo en las redes sociales cuando desde una cuenta de CC.OO. de Castilla La Mancha se publicó ayer el siguiente mensaje:

"El hueco que deja Rosalía Mera (DEP) en la lista Forbes ya ha sido ocupado por otro/a. Que también se morirá, tarde o temprano".

Se puede ser patán, pero hay que reconocer que sería difícil derrotar a algunos sindicalistas en una competición de patanes. No había ninguna necesidad, en mi humilde opinión, de aprovechar la muerte de Rosalía Mera para dejar clara, una vez más, la aversión que una cierta izquierda tiene a todo aquél que es capaz de crear riqueza y puestos de trabajo.

Como tampoco había ninguna necesidad, de nuevo en mi humilde opinión, de atraer los focos hacia los sindicatos precisamente en este momento. Porque el contraste de perfiles es brutal:

- Mientras que Rosalía Mera vivió toda su vida de su trabajo y de su propia iniciativa, en España sufrimos a una casta sindical muchos de cuyos miembros no dan un palo al agua desde hace décadas.

- Mientras que la marca Zara es una sustanciosa fuente de ingresos para las maltrechas arcas públicas españolas, representando entre el 10% y el 15% del PIB de Galicia, la casta sindical se dedica a vivir a costa de nuestros impuestos sin proporcionarnos a cambio nada útil.

- Mientras que el imperio textil fundado por Rosalía Mera da trabajo a 120.000 personas, la opinión pública asiste atónita al espectáculo de cómo una serie de sindicalistas y políticos se dedicaban a robar el dinero destinado a la formación de parados, en el caso de los ERE de Andalucía.

En resumen: mientras que muchos empresarios, como Rosalía Mera, se dedican a crear una riqueza que nos beneficia a todos, algunos sindicalistas se dedican a parasitar a la sociedad, chupándonos la sangre sin el más mínimo rubor. Y todavía se permiten poner mensajes de mal gusto a cuenta del fallecimiento de Rosalía Mera.

Ha muerto una leona. Y encima hay piojos que parece que lo celebran.

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