Miguel Bosé está de gira de promoción de su nuevo disco y con tal motivo está siendo entrevistado por radios y televisiones, donde aprovecha para hablar también de lo único, es decir, de lo mal que está el país por culpa del PP y de lo necesario que resulta que llegue gente nueva a la política.
Esta coincidencia de Bosé con el sentir mayoritario del cotarro progre es tan sólo el ejemplo más reciente de su conocida habilidad para detectar por dónde sopla el viento y ponerse a favor. Cuando el felipismo había periclitado y el PP de Aznar se convirtió en la fuerza hegemónica, Bosé presentaba lleno de orgullo un programa en TVE; cuando el PSOE de Zapatero se preparaba para ganar sus segundas elecciones participó con entusiasmo similar en la famosa campaña de la ceja, y ahora que Pablemos es una fuerza emergente con posibilidades de vencer va y saca una canción titulada "Sí se puede", un tema de "protesta-dance", en palabras del propio autor, que permitirá a "la juventud mejor preparada de nuestra historia" hacer política mientras se cuece a cubatas en las discotecas del extrarradio.
Bosé estuvo este lunes en el programa El Hormiguero, de Antena 3, y entre el calor del público y la amabilidad de Pablo Motos se vino arriba y dijo cosas como que la educación española es la envidia del mundo, nuestra sanidad pública una maravilla que incluso Obama ha querido copiar (por supuesto en vano) y las pensiones estatales un factor de cohesión que "dignifica la existencia" de nuestros jubilados. Lo cual quiere decir tres cosas: Miguel Bosé lleva a sus hijos a escuelas privadas, no ha ido en su vida a la puerta de urgencias de un hospital público y no tiene pensado recurrir a la pensión de la Seguridad Social para poder mantener su tren de vida cuando ya no pueda ejercer su profesión.
Esto de que los millonarios promocionen a un partido de ultraizquierda para el Gobierno de España es el típico gesto de crueldad de los progres con el dinero suficiente para que las medidas de sus admirados totalitarios no les afecten lo más mínimo. Miguel Bosé sigue también ese guion, homenaje a toda una vida de rabiosa independencia y férreas convicciones que, casualmente, coinciden siempre al milímetro, en lo político y lo musical, con lo que se lleva en cada momento.
Pero el caso de Bosé reviste una especial crueldad, porque de sobra sabe que nuestras esposas, hermanas y cuñadas están todas enamoradas de él y eso nos impide criticarlo como se merece. Si no fuera por eso, se iba a enterar.