El cisma de Belorado, en imágenes
De convento de clausura a casa de los líos, así ha sido la transformación del Monasterio de Nuestra Señora de Bretonera desde que un grupo de hermanas clarisas rebeldes anunciaran su ruptura con Roma y comenzara el desfile de obispos fake por los pasillos del cenobio.
Las clarisas díscolas publicaron el pasado 13 de mayo un documento, titulado “manifiesto católico, en el que anunciaban la decisión del grupo de abandonar “la Iglesia Conciliar" y ponerse “bajo la tutela y jurisdicción de Su Ilustrísima Reverendísima Dr. Don Pablo de Rojas Sánchez-Franco" (líder de una organización considerada una secta por el Vaticano).
De Rojas fue excomulgado en 2019, precisamente por un "delito de cisma". Ya entonces seguía a monseñor Nho Ding Thuc, el arzobispo vietnamita que ordenó sacerdotes a personajes como Clemente Domínguez, fundador de El Palmar de Troya (o Iglesia palmariana). Su mano derecha es José Ceacero, conocido como ‘el cura coctelero’.
Ceacero se convirtió en portavoz de las monjas y salía a hablar con los medios al exterior del monasterio burgalés con frecuencia. Así lo hizo el 11 de junio, fecha en la que vencía el plazo para que las hermanas cismáticas entregasen las llaves del convento, dado que habían decidido unirse a las filas de la Pía Unión de San Pablo Apóstol (no reconocida por la Iglesia católica).
Hasta el momento en el que se desató la crisis cismática, el poder de sor Isabel de la Trinidad como madre abadesa tenía las horas contadas. El 29 de mayo, ella debía abandonar su cargo para que otra hermana ocupara su lugar. Ya había agotado todas las vías posibles para mantenerse en él, tras doce años al frente del convento (el máximo permitido).
Sor Isabel había cumplido los dos trienios ordinarios y otros dos extraordinarios. Pero “quería perpetuarse", aseveraron fuentes eclesiales cercanas al caso a Libertad Digital. Y, claro está, le daba igual a qué precio. Según nos explicaron, incluso "intentó crear una fundación o una nueva orden para haber continuado". Como no lo consiguió, nos cuentan, puso en marcha el cisma,
La exabadesa, dejó de serlo oficialmente el 29 de mayo, cruzó todos los límites posibles. Incluso presentó una denuncia por “abuso de poder y usurpación de la representación" contra el comisario pontificio -el arzobispo de Burgos, elegido por el Vaticano para gestionar la crisis cismática- ante la Policía Nacional en Logroño. Posteriormente la ratificó ante el juzgado.
El pasado 22 de junio, las diez monjas cismáticas de Belorado fueron excomulgadas y expulsadas de la vida consagrada. El comisario pontificio para los monasterios de Belorado, Orduña y Derio -Mario Iceta- explicó los detalles en una rueda de prensa celebrada dos días más tarde, junto a una representante de la federación de clarisas a la que pertenecían las hermanas.
A partir de ese momento, las exreligiosas se convirtieron en okupas. "Carecen de título legal para permanecer en los monasterios y dependencias anejas, con lo que deberán abandonarlos", rezaba el comunicado posterior a la rueda de prensa. "Con mayor razón, los señores Rojas y Ceacero", añadía en referencia al falso obispo De Rojas y su ayudante. A estos, por otros motivos, les quedaba poco en el convento.
La secretaria de la Federación de las Hermanas Clarisas de Ntra. Sra. de Arantzazu, la hermana Carmen Ruiz, compareció bastante afectada durante una rueda de prensa del 24 de junio. La organización no quería llegar a este extremo. Unos días después vieron la luz algunos de los desvaríos económicos de la exabadesa. La federación ha tenido que proveer fondos para hacer frente a las deudas, desde entonces.
El 26 de junio, los dos miembros de la Pía Unión de San Pablo Apóstol fueron invitados a macharse del convento. Según explicaron ellos mismos, sor Isabel no llegó a hablar con ellos o darle una explicación. La noche antes, la exabadesa había remitido al comisario pontificio las facturas y nóminas de los empleados del monasterio que éste le había requerido para proceder a su pago. Se llegó a pensar que iniciaba así un acercamiento.
Cuando Iceta fue nombrado comisario pontificio e intervino las cuentas de Belorado descubrió que estaban casi sin saldo. No llegaba a los 6.000 euros. El negocio de las famosas trufas con las que las clarisas triunfaron en Madrid Fusión no era tan rentable como parecía ser y la exabadesa “gastaba como si fuera una multinacional".
A lo largo del verano, la exabadesa buscaba nuevo capellán y estrechó lazos con otro falso obispo sedevacantista: el brasileño Rodrigo Ribeira Da Silva, líder de la Sociedad de San José. Puso a disposición a varios “padres” de su organización que atendían espiritualmente a las exreligiosas. Así llegó al monasterio Sergio Casas, un sacerdote argentino que ejerce como juez de boxeo y es un demostrado experto en preparar mate.
En agosto, posiblemente como consecuencia del caos que se respiraba en el convento, se produjo la repentina salida del monasterio de sor Paz (centro de la imagen), quien formaba parte del círculo de confianza de la exabadesa y líder del cisma -Laura García de Viedma-. Recientemente siguió sus pasos sor Adriana, quien abandonó el convento “harta de todo".
Poco después, Da Silva tomaba posesión del convento. El 1 de noviembre entró en Belorado con la intención de instalarse en España, donde -dice- hay una amplia comunidad de sacerdotes católicos desencantados con Roma que querrían unirse a él. A la vista está que el falso obispo brasileño y su séquito ya campan a sus anchas por el monasterio burgalés.
En paralelo, las cismáticas han amenazado con un conflicto a nivel global. La internacionalización del debate forma parte del plan que les posicionará como "monjas adaptadas a los nuevos tiempos", aseguran en una nota en la que acusan al comisario pontificio de asfixiarlas económicamente. Iceta, por su parte, ha emitido un comunicado en el que contesta a sus acusaciones, punto por punto, y detallas algunas de sus actividades irregulares.