Los tiempos cambian y cosas que parecían inimaginables se convierten en una realidad. En 1995 un nuevo estudio de cine llamado Pixar con un logotipo divertido de un flexo de mesa nos dejaba a todos con la boca abierta con el estreno de Toy Story. Posteriormente llegarían éxitos como Buscando a Nemo, Up, Del revés, Monstruos SA,, Coco o Los increíbles. La segunda entrega de esta película sobre una familia de superhéroes superó los 1.200 millones de dólares en taquilla. Toy Story 4 los 1.000 millones.
Pero algo parece haber cambiado en Disney, propietaria de Pixar. Los números ya no son lo que eran. La Sirenita en sólo siete semanas está a punto de salir de las 10 películas más vistas del momento en EEUU y lleva recaudado en su país 289 millones de dólares. Hay que tener en cuenta que el presupuesto de la acción real de Disney costó 250 millones a los que hay que sumar otros 140 millones en marketing para promocionarla. A nivel mundial lleva algo más de 500 millones, no es ni de lejos lo que el estudio esperaba de la película.
No ha sido el único fracaso reciente. Lightyear sólo recaudó en taquilla 226 millones de dólares a nivel mundial habiendo costado 200, a los que nuevamente hay que sumar el presupuesto millonario del estudio en marketing. Esta película directamente dio pérdidas.
¿Qué pasa con Pixar?
Tras estos sonados fracasos, y alguno más, el estudio tenía puestas sus esperanzas en Elemental, tanto que la presentó en el Festival de Cannes de dónde salió con críticas muy negativas. La película nos sitúa en Ciudad Elemento donde agua, fuego, tierra y aire viven en sus respectivos barrios sin mezclarse entre ellos, lo tiene terminantemente prohibido. Un día, por accidente, una chica fuego conoce a un chico agua y comienzan una relación. Fuego y agua, una relación imposible y contra la opinión de todo el mundo.

El problema de Elemental es que no parece una película de Pixar, o más bien parece una película del Disney actual, es decir, sin magia y donde todo está al servicio de otras cosas. Pixar llegó a nuestras vidas haciendo que adultos sin niños fueran al cine a ver una película de animación, los guiones tenían chistes para todas las capas de edades, haciendo que padres y niños se divirtieran por igual.
A eso se sumaba la emoción, esa chispa o magia que conseguía que hasta el más insensible soltara una lagrimita. Con los packs de palomitas y refresco para ver Toy Story 4, Del revés, Coco o Up podrían haber dado perfectamente un paquete de pañuelos. En Elemental no hay ni comedia, más allá de algún momento divertido, y mucho menos emoción. Y eso se plasma en la taquilla. En EEUU se estrenó con 29,6 millones de dólares, la cifra más baja de la historia de la compañía. La película ha costado 200 millones de dólares.
Lo único entretenido de Elemental es el corto que se proyecta antes de la película, La cita de Carl, en el que Pixar recupera al viejo cascarrabias de Up, el mismo que nos hizo llorar con un personaje capaz de trasladar volando su casa para cumplir el sueño de su mujer fallecida.
¿Pero dónde está esa magia, dónde está esa chispa? Definitivamente la casa del ratón parece haberla perdido, ellos sabrán muy bien por qué. Por ahora a la compañía le ha costado 7.000 empleos, entre ellos el más sonado ha sido el de Latondra Newton, "directora de Diversidad". Pero el motivo de estos fracasos no es porque ya no gusten las películas de animación. Super Mario Bros. La Película, de Illumination (el estudio responsable de los Minions por ejemplo), lleva recaudado por el momento más de 1.300 millones de dólares.
Disney tiene que resetear por completo, ver en qué han fallado y por qué el público está dando la espalda a sus productos, algo que parecía inimaginable hace sólo unos años.