
El ángel de Janet Frame
¿Qué cosas nos hacen sentir seguros? ¿Para qué necesitamos la seguridad? ¿Puede el mal proporcionárnosla? Janet Frame (1924-2004) sugiere algunas respuestas poco convencionales a estas preguntas en su autobiografía Un ángel en mi mesa, lúcido y descarnado testimonio del aislamiento, como pocos que uno haya leído. Diagnosticada por error de esquizofrenia, Janet Frame estuvo a punto de ser lobotomizada en su Nueva Zelanda natal, en la época en la que aún se practicaba esta atroz cirugía. Escribir fue un refugio de la pena, el asombro o la aprensión con que los demás trataban su radical diferencia. Llegó a escribir algunas obras maestras, como la novela Hacia otro verano (que os recomendamos en el programa), fue candidata al Premio Nobel de Literatura y, en fin, Nueva Zelanda probablemente no ha dado otra escritora tan original como ella desde Katherine Mansfield.
Finalmente fui citada a la sala de entrevistas, donde el equipo médico se encontraba sentado ante una larga mesa presidida por sir Aubrey Lewis. El equipo ya había celebrado sus reuniones y llegado a sus conclusiones, y después de mantener una breve conversación conmigo, sir Aubrey pronunció el veredicto. Yo nunca había padecido esquizofrenia, dijo. Jamás debería haber sido ingresada en un hospital psiquiátrico. Cualquier problema que pudiera experimentar en la actualidad era sobre todo el resultado directo de mi estancia en el hospital.Sonreí.-Gracias- dije en tono tímido y formal, como si hubiera ganado un premio.Más tarde, el doctor miller repitió el veredicto con expresión triunfante. Recuerdo su expresión de deleite y el modo en que se giró pesadamente en su silla porque la cantidad de ropa que llevaba parecía dificultar sus movimientos.-En Inglaterra hace mucho frío – comentó - . Y llevo esta ropa interior de lana, tan gruesa…La última moda, los abrigos cortos y los pantalones estrechos, aumentaba su incomodidad. Tal vez recuerdo tan vívidamente la cantidad de ropa que el doctor Miller usaba en invierno porque yo misma me había despojado repentinamente de una prenda que había llevado puesta durante doce o trece años: mi esquizofrenia. Recordaba con cuánto asombro y temor había intentado pronunciar esa palabra al enterarme del diagnóstico, cómo la había buscado en los libros de psicología y en los diccionarios de medicina y cómo, al principio con cierta incredulidad y luego rindiéndome a la opinión de los expertos, la había aceptado; cómo en el sufrimiento y el terror de la aceptación había encontrado un consuelo y una protección inesperados, cómo había anhelado librarme de la opinión pero no estaba dispuesta a separarme de ella, e incluso aunque no la usaba abiertamente, siempre la tenía a mano para casos de emergencia, para ponérmela a toda prisa y protegerme de la crueldad del mundo (…)
Otros blogs
- El blog de Regina Otaola
- Presente y pasado
- Más allá de la Taifa
- Made in USA
- Lucrecio
- LD Lidia
- La sátira
- Iberian Notes
- Bitacora editorial
- Blogoscopio
- Conectados
- Confesiones de un cinépata
- Crónicas murcianas
- Democracia en América
- Diego Sánchez de la Cruz
- Los enigmas del 11M
- El penúltimo raulista vivo
- Almanaque de la Historia de España
- Atlética Legión
- Blog Appétit!
- Seriemente
- Cara B
- In Memoriam
- Adiós, ladrillo, adiós
- Procesos de aprendizaje
- Tirando a Fallar
- ¡Arráncalo, por Dios!
- Alaska & Mario
- El blog de Federico
- Artículos de viaje
