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El penúltimo raulista vivo

Líderes

Aún siendo ganadora (9 Copas de Europa la contemplan) hubo en un momento en el que pareció que la sección de baloncesto del Real Madrid estaba de más, que sobraba vamos. Según dicen, en época de Ramón Mendoza la salvó la campana de Mariano Jaquotot, y antes y después, con De Carlos y con Sanz, volvieron a oirse tambores de guerra. También con Florentino Pérez. Que si la seccción era deficitaria, que si la gente no acudía a los partidos... Sin embargo, superados todos los obstáculos, pareciera que ahora mismo la hermana pequeña en la que nadie confiaba esté sosteniendo al hermano mayor, y precisamente con todos y cada uno de los ingredientes que le hicieron grande y poderoso: humildad, carácter, trabajo bien hecho, liderazgo... El presupuesto del Real Madrid de baloncesto no es el mayor de España ni mucho menos de Europa y, aún así, el equipo de Pablo Laso encadena una victoria tras otra hasta convertirse en la envidia del equipo de fútbol; la última, la tercera consecutiva en la Copa cuando ni uno solo de los entrenadores de ACB daban a los madridistas como favoritos al título, ni uno.

Otro de los valores históricos del Real Madrid era que, colocado de repente entre la espada y la pared, ganaba cuando necesitaba ganar. Un equipo mucho menos brillante que el actual, el famoso Madrid de los García, llegó incluso a disputar una final de la Copa de Europa... que compitió hasta el final. Ahora, el Real Madrid pierde o empata cuando necesita ganar mientras que el Barcelona gana siempre; el Barcelona gana cuando juega bien y tambien cuando juega mal, y cuando jugando mal está a punto de empatar o de perder... siempre recibe una ayudita arbitral: la de los despachos es, por cierto, junto a la mediática otra batalla perdida... por no librada. Está visto que el problema del Real Madrid es de fútbol: simplemente no genera más; hay jugadores que no están bien, significadamente Ramos; otros que, como Isco, producen más portadas que juego; y otros que, como James, han desaparecido.

Otra de las diferencias que hay entre el Real Madrid de fútbol y el de baloncesto es que en el primero no hay líderes. No hay un jugador, dos o tres que toquen a rebato, si acaso Cristiano. El capitán Ramos parece más un líder de papel couché que otra cosa, un líder declarativo más que efectivo, un líder de ruedas de prensa. La capitanía no es un brazalete ni un contrato con más ceros que el del jugador de enfrente, la capitanía es algo más. En el Real Madrid de fútbol no hay líderes y en el de baloncesto pegas una patada y te salen seis. Cuando no es Llull, que ya es raro, es Rodríguez, y cuando no Rudy; y cuando, aunque el caso sea extrañísimo y digno de estudio, no aparecen ninguno de los anteriormente citados, entonces surgen Ayón o Nocioni. Y siempre está Reyes, siempre; Felipe nunca falta a la cita. Ayer, en Málaga, el Real Madrid de fútbol dejó morir otra Liga mientras que, en la otra punta de España, en La Coruña, el Real Madrid de baloncesto conquistaba otra Copa. A este paso habrá que llevar al Bernabéu los partidos de los chicos de Laso.

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