Este martes Marc Márquez cierra una de los binomios más gloriosos de la historia del Motociclismo. Ocho campeonatos del Mundo y decenas de récords conseguidos. Tras once años de victorias y también de caídas y desesperación, Marc cambia el ala dorada por una Ducati con la intención de volver a ganar títulos. Sin duda, un cambio de era para Marc y un antes y un después para toda la parrilla de la categoría reina.
Corría el año 2013 cuando Marc ávido de triunfos rompía en Austin el primero de muchos récords que estaría llamado a conseguir con Honda. El piloto ilerdense se convertía en el piloto más joven en ganar un carrera en la categoría reina. Lo hizo ante los grandes, Rossi, Lorenzo, Pedrosa y en uno de sus circuitos fetiches, Austin, donde tras ganar Marc, tan descarado como siempre aseguraba, "pues no es tan difícil".
Sería el año de su primera coronación, y sería un año de récords. En Cheste no cabía un alma. Nadie se quería perder al campeón del mundo más joven de la historia. Al que estaba llamado ser el heredero de Valentino Rossi y dejar empequeñecido los logros de otros grandes pilotos españoles como Jorge Lorenzo. En el circuito de Ricardo Tormo a Márquez le servía con ser cuarto para ser campeón, pero terminó subiendo al podio y logrando el primero de sus títulos en la categoría reina.
Se convertía en el mejor debutante de la historia y en el campeón más joven con 20 años y 266 días, arrebatándole este privilegio a Freddie Spencer, que desde 1983 era el Campeón del Mundo más joven de la máxima categoría.
Momentos de celebración y momentos duros, donde su agresiva forma de pilotar se puso en duda. Su rivalidad con Valentino Rossi en la temporada 2015 hizo que gran parte de la afición le tachara de Kamikaze e irresponsable. Todo comenzaba en el gran premio de Argentina donde un apresurado Márquez, y bajo la lluvia, tiraba a Valentino dejándoles sin opciones de terminar la carrera. Sería la primera de muchas ese año, pero la máxima rivalidad la vivimos en el GP de Malasia en Sepang, donde el uno y el otro se buscaron, se encontraron y terminaron con patada incluida, separados para siempre. Aquel año Márquez no se jugaba nada, era Lorenzo el que luchaba con Rossi por el título que, bebió de su propia medicina, desquiciar al contrario y terminó de los nervios y sin su tan ansiado décimo mundial.
A partir de ese año Marc lo ganó todo y destrozó todos los récords. Quizás, su mejor año fuera 2019 cuando a cuatro grandes premios del final, en Tailandia conseguía su octavo título de MotoGP, volviendo a batir récords de precocidad. El piloto de Honda se convertía en el más joven en lograr ocho títulos mundial, siendo uno de los cuatro pilotos que más títulos han ganado en la historia de este deporte.
Una carrera meteórica que se frenó en seco a la temporada siguiente. En la primera carrera, disputada en Jerez se fracturaba el hombro y se veía no sólo obligado a pasar dos veces por el quirófano sino a abandonar la temporada con la intención de poderse recuperar del todo para el siguiente año. Desde entonces, nada fue igual. Alejado de la evolución de la moto y con la revolución aerodinámica que estaba por llegar, Honda se quedó atrás y perdió a su mejor activo, Marc Márquez.


