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Espectáculo para la nostalgia en El Retiro

Cuando estamos a sólo pocos días para el final del mundial de Fórmula Uno, Madrid nos ha regalado este fin de semana un gran paseo por la nostalgia de la categoría. Aunque este año ha sido más promocionado que otras veces, tengo que decir que la iniciativa de Martín Legends ha sido todo un éxito. Algunos olvidan que hace poco más de cuatro años, el Jarama ya acogió un gran premio de la F1 histórica, pero en España era otra época, la época en que la Fórmula Uno era apenas una excentricidad de algunos. Felizmente esto ha cambiado, y lo ocurrido este fin de semana es buena prueba de eso. Es verdad además que el aliciente era ver a Marc Gené a bordo del Ferrari F2007.
 
Los que no pudieron acudir el domingo al Jarama (la falta de un circuito de alto nivel en la capital de España merecería un post crítico en el futuro), pudieron disfrutar de algunos monoplazas el viernes y sábado en el Parque del Retiro. Otro acierto de los organizadores. Aunque la muestra estaba más centrada en Ferrari, también estaban algunos coches históricos. Muchos de ellos marcaron una particular época que muchos aún recordamos.
 
Lotus estuvo representado por dos monoplazas: el Lotus 78 –que condujo en su momento Mario Andretti y con el que logró el Mundial de 1978– y el Lotus 80, uno de esos errores incomprensibles cuando se trata de genios como lo fue Colin Chapman. El primero de ellos encarnó su gran creación: el efecto suelo. Ya lo mencioné en un post sobre los grandes ingenieros de la categoría. Chapman era uno de ellos y su creación provocó una auténtica revolución a la F1. Una ala-doble al revés... y un flujo de aire que pagaba el coche al suelo. Una idea a la que llegó después de analizar el principio de Bernoulli y la dinámica de fluidos. ¿Se imaginan esos pasos por curva con unos slicks que se pegaban al suelo como chicles? Resultado: Siete victorias, nueve poles y 106 puntos. Claro que su principio sirvió de base para los siguientes monoplazas. Luego vino el Lotus 80. Poco que decir de este monoplaza. Andretti lo usó durante sólo tres carreras y Carlos Reutemann (otro del que deberíamos hablar algún día) se negó a hacerlo. El alerón trasero tenía un nuevo diseño y aunque funcionaba muy bien en rectas, en las frenadas y curvas los problemas aparecían.
 
Luego hay dos otros monoplazas de los que me gustaría hablar, más por nostalgia sospecho. Mi primer recuerdo claro de la F1 se remonta a 1979, y de aquel duelo Gilles Villeneuve-René Arnoux en Dijon. Ahí estaba el número 27 en El Retiro. Bueno, el de 1981 en realidad. Este monoplaza fue bautizado como el 126 CK y daba comienzo a la época de los biturbo con un compresor que se conoció como Comprex (dos turbos de KKK) lo que obligaba a una colocar una voluminosa tapa del motor (un V6 a 120º)  y a diseñar el coche alrededor de esa tecnología. Pero poco a poco se fue dejando de lado, seguramente por el peso que representaba y también por las altas temperaturas que alcanzaba, lo que provocaba problemas de fiabilidad tanto en Villeneuve como en Didier Pironi.
 
También estaba el Toleman que Senna condujo en la temporada de 1984, su primer año en la Fórmula Uno. Con motor Hart, muchos recuerdan la carrera de Mónaco bajo una aguacero. Es verdad que debe haber sido la primera aparición estelar del piloto  brasileño. Pero ya muchos se habían fijado en él. Aunque en su primer gran premio abandonó en Brasil, en los siguientes dos –Sudáfrica y Bélgica (en Zolder)– logró ya entrar en los puntos y después del increíble segundo lugar de Montecarlo (que bien pudo ser primero), subió al podio en Brands Hatch y Estoril, sumando 13 puntos en su primer año. Ese año, Toleman utilizó dos monoplazas: el TG183B de 1983 y el TG184-Hart con el que corrió a partir del GP de Francia Dijon-Prenois.
 
También estaba el Ferrari F1-2000 con motor Tipo 049 con el que Michael Schumacher fue campeón del mundo, ocho años después de su primera temporada en el Benetton B192, también presente en la exposición. Ese monoplaza fue diseñado por Ross Brawn (¿les suena?) y logró un gran tercer lugar en el Mundial de 1992 –sólo detrás de los invencibles Williams– logrando su primera victoria en el GP de Bélgica. Dos presencias más: el Williams FW06 de 1978 –creación de otros dos genios: Frank Williams y Patrick Head– que condujo Alan Jones; y el Brabham BT44 que usaron Carlos Reutemann y Carlos Pace. El argentino logró con ese coche sus tres primeras victorias en 1974, tras cuatro años sin victorias de la escudería, que finalmente terminó quinto el mundial de constructores. También lo usaron en 1975, año el que terminaron terceros gracias en parte a las victorias de Pace en Brasil y Reutemann en Nürburgring.
 
En definitiva, gran iniciativa para acercar la historia de la Fórmula Uno a todos. Ojalá que el próximo año se vuelva a repetir para todo el público amante de la categoría en la capital de España y con más monoplazas aún. Y si eché en falta a alguno en la exposición fue sin duda el Tyrrell P34.

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