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EDITORIAL

¿De qué vale relevar a Gámez si sigue Marlaska?

Con Sánchez y Marlaska al mando, no cabe esperar nada bueno de su subordinada Mercedes González como nueva directora general de la Guardia Civil.

Mercedes González ha tomado posesión este martes al mediodía como nueva directora general de la Guardia Civil en plena polémica por las sombras de corrupción del caso Cuarteles, la dimisión de su antecesora, María Gámez, por la imputación de su marido por prevaricación, malversación y blanqueo de capitales y por la sentencia del Tribunal Supremo que confirma la ilegalidad de la bochornosa destitución perpetrada por el ministro Grande-Marlaska del ejemplar coronel Diego Pérez de los Cobos.

No se trata, obviamente, de juzgar a la nueva Directora General de la Benemérita el mismo día de su toma de posesión pero, desde luego, ni su perfil y trayectoria, ni su discurso en la toma de posesión del cargo ni, sobre todo, el hecho de que seguirá a las órdenes de Grande-Marlaska, auguran nada bueno. Para empezar, se desconocen los méritos de esta licenciada en periodismo para ostentar la Dirección General del Instituto Armado, que no sea —claro está— el clamoroso sectarismo político del que hizo gala durante su etapa como Delegada del Gobierno en Madrid.

En cuanto a su discurso en la toma de posesión del cargo, resulta una auténtica tomadura de pelo su genérico y recurrente compromiso de combatir la corrupción al mismo tiempo que se explaya en elogios a su antecesora, máxima responsable, junto a Marlaska, de que la corrupción no sólo haya manchado el buen nombre de la Guardia Civil como en los peores tiempos de Luis Roldan sino que salpique, presunta y directamente, a la familia misma de su antecesora.

En este sentido, aunque la nueva directora general de la Benemérita, haya hecho bien al resaltar que han sido los propios "mecanismos internos" del Cuerpo los que han permitido descubrir actuaciones que son "objeto de reproche penal", este hecho lo que pone en evidencia, además de las tentaciones corruptas en las que hayan podido incurrir a título personal algunos miembros de la Benemérita, es el fallo de la dirección política del Instituto Armado. Y es que, ¿qué pueden hacer los agentes de "Asuntos Internos" ante "la ausencia y el silencio" o la "inacción del Ministerio del Interior y de la dirección General de la Guardia Civil" ante los casos de corrupción?, tal y como denunciaba hace escasas semanas con comprensible preocupación la Asociación Unificada de Guardias Civiles ¿Qué "mecanismos internos" pueden evitar que sea el mismísimo ministro del Interior el que no dote a la Guardia Civil de protocolos de actuación ante invasiones de inmigrantes como la que ocasionó 23 fallecidos en Melilla? ¿Qué mecanismos internos podrían haber evitado que Marlaska cesara fulminantemente al coronel de la Guardia Civil de la Comandancia de Melilla, Jesús Vicente Torresano, por haber osado solicitar dichos protocolos? ¿Qué podrían haber hecho o que podrán hacer en el futuro "Asuntos Internos" para evitar que la dirección política de la Benemérita cese ilegalmente a un mando de la guardia civil por cumplir con su deber de no informar a sus mandos políticos de las pesquisas de cualquier investigación que esté llevando a cabo como policía judicial?

Teniendo presente la soberbia y el rencor del que ha hecho gala Marlaska, no le faltan razones a la secretaria nacional de Interior del PP, Ana Belén Vázquez, para afirmar que "Sanchez tiene pánico de cesar a Marlaska por todo lo que pueda saber del PSOE y del Gobierno". Sin embargo, desengañémonos. Marlaska no ha hecho nada que no haya sido a instancia o con el beneplácito de Sánchez. Y con este ministro del Interior y con este presidente del Gobierno no cabe esperar nada bueno de su subordinada Mercedes González incluso aunque esta fuera mejor de lo que hasta ahora ha parecido.

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