Se nos va David Sánchez. Hago una pausa para que asimilen ustedes la noticia que les habrá caído como el rayo: un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida como dijo el poeta, que deja huérfanos a los aficionados a la ópera de Badajoz.
Qué digo a los aficionados a la ópera, a los melómanos todos; qué digo en Badajoz, en España entera y buena parte de Europa. No hay consuelo para los amantes del bel canto, ya se estarán concentrando en las calles, las plazas y los barrios para llorar con amargura su desgracia, ya deben estar agotándose las existencias de ceniza.
Este miércoles cinco de febrero quedará para la historia como el día en el que Badajoz no pudo seguir saciando su infinita sed de ópera y las restantes provincias españolas vieron cómo ya no tenían un artista que hiciese danzar a las chirimoyas con su música.
Pero más allá de las bromas que podamos hacer sobre la aportación artística de David Sánchez desde su puesto en la Diputación de Badajoz, al que ha renunciado este miércoles, la noticia tiene mucha importancia, no tanto práctica como simbólica, creo yo: el hermano de Pedro Sánchez es el primero que cae de una lista en la que están también la mujer del presidente, su Fiscal General del Estado, algunos de sus ministros, el que fuera número dos del partido y, cuidado, el que es ahora número dos del partido. En fin, una lista en la que el último de los escalones es nada más y nada menos que Pedro Sánchez Castejón.
Es cierto que la situación procesal de David Sánchez se había complicado mucho en los últimos días, pero dada la actitud numantina que todos los implicados han mantenido desde los famosos días de reflexión del presidente, llama poderosamente la atención que la cadena se rompa. Sí, lo ha hecho por el que sin duda era su eslabón más débil, pero ya está rota.
Y con ello se demuestran varias cosas, por ejemplo que toda esa pandilla se ha preparado muy poco una defensa legal que parece que pensaban que era innecesaria, pero que David Sánchez ya está comprobando en sus propias carnes judiciales que tenía que haber cuidado mucho más.
Todos recordamos cómo hace unos años muchísima gente pensaba que era imposible que se sentase en el banquillo a una infanta de España y se condenase a su marido, pero ambas cosas ocurrieron. Tampoco pensábamos que se pudiera llegar a imputar al mismo tiempo al Fiscal General, a la mujer y el hermano del presidente y miren dónde estamos.
Y lo que nos queda por ver.