
Cuando la izquierda fracasó con la lucha de clases —ellos frecuentan la que critican— se reinstauró la de sexos. La izquierda necesita luchas y si no las hubiera, las genera. Lo que cada vez está más claro es que no sabe gestionar sin llevarse parte de lo gestionado.
Con las putas y los sobres de chistorras agolpándose en la escalinata de La Moncloa, lo de la flotilla de Gaza daba algo de respiro en las portadas y los telediarios. No nos ha salido gratis: España ha aparecido en el escaparate internacional como el país que más ha apoyado a Hamás y el más antisemita desde el negacionismo de siempre que, esta vez, llegó a decir que no hubo violación a mujeres en el ataque del 7-O. ¿Qué consideran ellos violación? ¿Lo de los pisitos de Errejón?
Que Donald Trump haya mascullado que merecemos estar fuera de la OTAN es lo de menos… aunque cualquier socio coherente de la organización atlántica pensará lo mismo. Porque el caso es que España es un país inestable que genera una grave inestabilidad en cualquier organización.
Pero se acaba el argumento de Gaza, al menos en el corto plazo, y en el lupanar socialista cada minuto cuenta. Así que ya está sobre la mesa el siguiente dosier de resistencia que podría titularse El PSOE, las mujeres y el aborto para que todos y todas se lo aprendan de carrerilla aunque sea falso y lo arrojen contra Isabel Díaz Ayuso para que rebote en Vox y acabe en Génova…o cualquier otra combinación posible en esas tres bandas.
Conocen de sobra a la derecha y saben que todo resultado de una trifulca es bueno para esconder saunas, soles, lechugas, chistorras y sobres. De las zahúrdas de Ferraz saldrá el mensaje de que Vox ha crecido en el bloque de la derecha que podría gobernar y que eso es como si lo hiciera Franco. Y de nuevo sonará la alerta antifascista del coleta mandarín, chino comunista ya.
Todo les viene bien: que Ayuso diga algo y el PP haga muecas. Que Vox acabe llamando abortista a Ayuso y el resto del PP murmulle a coro sin decidir si es mejor ser como Vox, distinto de Vox, complementario a Vox o avestruz. Y que nadie en el PP reconozca de una vez por todas que no necesita permiso de la izquierda para existir y hasta gobernar.
Pues en esos momentos de presión la palabra mágica es "chistorra". Es la forma de deshacer el hechizo que envuelve al escapista Pedro Sánchez en una nube de humo. Es de suponer, pero tendrán que decirlo, que el PP no gobernará contra los que defienden la vida ni meterá en la cárcel a una mujer por abortar. Que abortar no puede ser un delito en determinados casos, pero que jamás debe convertirse en un derecho. Y que una niña que no tiene permiso legal para conducir o entrar a una discoteca tampoco puede decidir, sin más, si interrumpe un embarazo.
Y mientras se deciden, el PSOE será el partido de las mujeres, el más feminista, el que consiguió el matrimonio entre personas del mismo sexo, el que condena a los puteros y protege a las mujeres de los hombres violentos de la derecha. Nos tocará escuchar todo esto y mucho más sin romper la tele o el móvil.
Y nadie se atreverá a decir que hay más homosexuales en el PP pero que no ejercen la política según su condición sexual y que en eso precisamente consiste la no discriminación; que las mujeres del PP han tenido más cargos, más importantes y antes que las del PSOE; que el proxenetismo es cosa endémica del PSOE y que es el partido que más prostitución consume con dinero propio y ajeno; que este Gobierno ha fallado a todas las mujeres maltratadas y asesinadas al poner a una inepta comunista que llegó de cajera a ministra de Igualdad gracias a su marido, "el de las miradas lujuriosas", y que Pedro Sánchez es el que eligió y colocó a un tal Koldo García Izaguirre, "el último aizkolari socialista" como escudero de José Luis Ábalos, su hombre de confianza. Estos, todos del entorno más íntimo del presidente, eran los feministas que encargaban "pulseras para la puta número uno" o compraban billetes de AVE "para las zorras".
Cuanto más arrecien los sumarios y más asomen las chistorras, más flotillas surcarán las calles. Nosotras parimos, nosotras decidimos. Y la izquierda se pondrá pulseras moradas para ocultar que sus ministros y cargos se ponían morados pero en saunas, tugurios, pisitos o en "camas King con vistas al mar", de una en una o de dos en dos.
Y del aborto ni palabra. En el centro derecha puede haber matices partiendo de la base del respeto a la vida. En la izquierda no hay problema de discusión moral o ética. Es más una cuestión de mercado electoral. Son capitalistas de las urnas, monopolistas del poder, autoritarios y enemigos de la democracia.
Un Nobel de la Paz lleno de alegrías
Bill Gates dijo hace un par de semanas que gracias a Pedro Sánchez España es "uno de los países más comprometidos del mundo". Son palabras del magnate al que perdonan las donaciones por ser de izquierdas aunque (o ergo) multimillonario en grado de monopolio.
El americano hizo entrega a nuestro presidente de un premio gigante que reproduce el logotipo de la Agenda 2030 y esos ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) que tienen forma de ruleta de casino, o rusa, y que prevén que para el cambio de década, nosotros no tendremos nada y ellos lo tendrán todo, pero seremos felices y vestiremos de gris sin hacer preguntas sobre las Gatesburgers de polímero sintético, el racionamiento de la energía o la prohibición de viajar en avión.
Mucho mejor consumir productos de temporada y de cercanía. Y en casita, claro. Fin del comercio. Pero con un IMV (Ingreso Mínimo Vital), que lo mismo que el SMI (Salario Mínimo Interprofesional) para la ministra portavoz y de Educación que se repite "más que la mojama", es más que suficiente. Y así se trabaja menos o nada pero con paga, como quiere la ministra de Trabajo y vicepresidenta, la que "propicia" discursos.
El galardón con forma de ruletón pretendía ser un paso más hacia el Premio Nobel de la Paz que felizmente ha ganado la corajuda María Corina Machado, reconocida en el mes de junio con el Premio Libertad 2025 por esta casa.
La alegría de la venezolana y la alergia de los comunistas han enaltecido el galardón. Sufren Nicolás Maduro y sus súbditos, desde Pablo Iglesias hasta José Luis Rodríguez Zapatero, pasando por el propio Sánchez y los héroes de Barajas, Koldo y Ábalos, que cerraron el aeropuerto para que entrara la vicenarco Delcy Rodríguez, uno de los vértices de la corrupción sanchista que todavía queda por explorar a fondo pero que promete, como demuestra Dieter Brandau en su Radioteca.
El Nobel a María Corina es un argumento menos para la Sauna Moncloa y la Real Fábrica de Chistorras. La Paz es la Libertad. Y un energúmeno que defiende al cártel de los Soles, a China y a Hamás sólo puede estar bajo la lupa de Interpol, no de los prestigiosos —hoy más— premios suecos.
Sin Nobel de la Paz y sin teatro en Gaza, la flotilla populista hará mucho ruido. No descartemos que Greta Thunberg abra actos del PSOE con los ojos en blanco y enseñando las encías mientras ilustra el "sufrimiento palestino" con la imagen de un rehén israelí desnutrido fotografiado por sus captores, por Hamás. Greta también puede hablar del aborto, claro que sí. Basta con negociar con su mánager el precio por bolo.
Entramos de lleno en periodo de contaminación electoral, antes campañas. No es tan difícil: contra las flotillas, chistorras.

