Nuestro incisivo columnista José García Dominguez nos ha dejado hoy una columna que merece la pena ser leída, aunque sea sólo para morirse de la risa. La iniciativa de la televisión catalana de conceder un espacio al presidente de la Generalidad, es la excusa para que García Domínguez indague sobre los peligrosos parecidos entre este nuevo programa para consumo interno, y el que se estila al otro lado del Atlántico presentado por el inefable Hugo Chávez.

Pocas veces se ha visto un uso tan descarado con fines partidistas de los medios de comunicación públicos como éste de la TVC. Una de esas pocas veces fue hace unos diez años cuando a Felipe González, en plena crisis del '93, se le ocurrió comparecer en un espacio semejante para perorar ante la audiencia desde su invernadero de bonsáis en La Moncloa. El experimento felipesco duró poco y cosechó, como era de esperar, magras cifras de audiencia. Esperemos que el de Maragall siga por parecida senda, por el bien de los telespectadores catalanes y por el de la democracia española que en Cataluña hace aguas por todas partes. Y es que de casta le viene al galgo.