George W. Bush ha conseguido el más difícil todavía: legisladores, empresas tecnológicas y grupos comerciales aplauden unánimemente su propuesta de convertir el acceso a Internet en una zona libre de impuestos. Además de permitirnos constatar que las promesas electorales de algunos sí se cumplen es, sin duda, una iniciativa que impulsará la banda ancha entre los más desfavorecidos y aquellos que viven en zonas rurales. La propuesta del presidente, que consiste en alejar aún más al Estado de la red, se reflejará en la factura que todos los meses paguen los usuarios y, a buen seguro, contribuirá a reducir la persistente brecha digital.

Por supuesto, esta eliminación de impuestos ayuda mucho más a fomentar la Sociedad de la Información que impartir ‘clases’ de Internet de 45 minutos a los habitantes de las zonas menos conectadas o lanzar campañas publicitarias con la Familia Alcántara de protagonista. Lo que se hace aquí, vaya.