Los Príncipes de Asturias han abandonado este lunes la Clínica Ruber de Madrid y han presentado a su hija, la infanta Leonor de Borbón. La niña, que tiene el pelo castaño y los ojos, "de momento, azules", está llamada a reinar un día. Pero sólo podrá reclamar su destino si el reino que heredará sigue existiendo, extremo este que muchos observadores no se atreverían a asegurar. Y no para dentro de tres décadas, sino para los próximos tres años. Lo visto y oído en el Senado no invita, precisamente, al optimismo. Si, después de todo, el zapaterismo no ha sido más que un sarampión pasajero y la nación resiste el envite secesionista, Leonor, ya convertida en reina, rompería una maldición de los Borbones que inauguró Fernando VII hace casi doscientos años.

Desde entonces, desde que recuperase el trono en 1814, los Borbones en España no han conseguido empalmar más de una sucesión. A Fernando VII le sucedió Isabel II y ésta fue destronada en 1868. Su hijo, Alfonso XII, pudo legarle la Corona a Alfonso XIII que, como es bien sabido, tuvo que abandonar el país en 1931. Es muy posible que el Príncipe Felipe recoja el testigo de su padre y se convierta en Felipe VI, pero, ¿conseguirá que su hija Leonor le suceda sin contratiempos? Si es así, esperemos que no le ocurra lo que a Leonor de Navarra, que reinó sólo reinó quince días.