
Castro olímpico, sobre todo más lejos
El barón Pierre de Coubertin luchó por promover unos Juegos Olímpicos. Y, a base de fe y tesón, lo consiguió para convertir Atenas en la sede de unas Olimpiadas allá por 1896. Su idea no era otra que convertir el deporte y el ejercicio físico en argumentos esenciales de la formación del carácter, sin ánimo de politizar este macroevento deportivo que ahora representa a todos los países del mundo.
Más de un siglo después, Cuba se ha pasado olímpicamente por el forro -aunque esto no sea nada nuevo- las ideas del padre de los JJOO. La delegación cubana ha desafiado al COI con la instalación de dos gigantescas fotos de Fidel Castro -este viernes, el mismo día de la ceremonia inaugural, cumple 78 años- y el Ché Guevara en la Villa Olímpica.
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