37.000 euros, 77 metros cuadrados y, a pesar de todo, no le termina de convencer. El despacho de la ministra Trujillo es el penúltimo capítulo de un ministerio que, por sus resultados, parece depender de la Oposición. La afición de los socialistas por los despachos es, no obstante, algo que se mantiene impertérrito en el espacio y en el tiempo. Al famoso despachito sevillano de Juan Guerra en la delegación del Gobierno le han sucedido los despachos parlamentarios de diputados como Alfredo Pérez Rubalcaba, que acaba de estrenar en la Carrera de San Jerónimo un despacho que ya quisiera para sí JR, aquel vaquero sonriente de la serie Dallas. El de Trujillo es uno más, eso sí, en su interior cabrían tres de los miniapartamentos que, según ella, demanda la sociedad española. Alguien debería recordárselo.