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El error en Irak

El intento de revolución islámica del clérigo Muqtada al-Sadr puede contarse entre los mayores errores estratégicos que los enemigos de Occidente han cometido en Irak. Al no esperar al 30 de junio se ha encontrado enfrente a los decididos mandos de la coalición, en lugar de un gobierno iraquí previsiblemente reticente en pedir ayuda a las tropas extranjeras alli estacionadas. Y al dar el denigrante espectáculo de los linchamientos a cuatro norteamericanos, han legitimado una contraofensiva amplia y violenta. Seguramente la lucha dure uno o dos meses, pero a pesar de los negros nubarrones con que se pretende pintar la situación, ésta después mejorará notablemente, al haberse librado Irak de uno de los mayores factores de inestabilidad.

Hay que tener en cuenta que los radicales chiíes han estado presionando a los moderados y hubieran podido seguir haciendolo de no haber llegado a este grado de violencia. Un gobierno iraquí provisional hubiera tenido problemas para luchar contra una rebelión abierta de esta comunidad que, en parte, fuera comprendida y apoyada por el sector más moderado, presente en el gobierno. Al-Sadr no ha tenido la paciencia necesaria para lograr sus objetivos. Fracasará.

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