
El problema con Kerry
En Estados Unidos la percepción del terrorismo islámico es algo distinta a la nuestra. Alli no se percibió como respuesta a algo que hubieran hecho, sino como el primer triunfo de una guerra de aniquilación. Al-Qaeda ha definido su objetivo una y otra vez como la destrucción de la cultura y el modo de vida occidental, propio de infieles. Es decir, destruir nuestra libertad. Por eso Kerry no puede alabar la decisión de Zapatero; en su país la mayoría no desea que se ceda al terror ni cree que el apaciguamiento sea otra cosa que intentar apagar el fuego con gasolina. Sin embargo, el candidato demócrata deberá ser más constante en esa línea si quiere que el electorado le crea: sus votos siendo senador le hacen aparecer como una persona dubitativa y sin ideas ni compromisos claros. No es ya que piense una cosa y diga otra por electoralismo. Es que no se acaba de saber qué piensa en realidad.
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