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El pueblo ha hablado...bajo su responsabilidad

La democracia es un sistema de responsabilidad. Los ciudadanos responden de sus decisiones: colectivamente, ante la Historia; individualmente, en igualdad ante la Ley. Ante los resultados de las Elecciones Generales de este domingo, la cuestión no es si los ciudadanos han acertado o no. Invocar la razón divina e infalible de la voluntad popular es un lugar común de la retórica democrática, pero no por ello resulta una explicación satisfactoria de las grandes decisiones generales ni archiva la responsabilidad de los pueblos ante las mismas. Otro tópico, igualmente incompleto, es sostener que la democracia es, esencialmente, un sistema de opinión, como si tener opinión eximiera de tener responsabilidad. Esa concepción de la democracia como ingeniería de la opinión es lo que ha permitido a la izquierda Atapuerca ejecutar, en plena jornada de reflexión, una abyecta campaña de presión sobre el electorado,  mediante la mentira  y la demagogia, fiel a la tradición de agitación desestabilizadora de la que secularmente ha hecho gala, cada vez que la decisión democrática le ha negado el poder: de 1934 a 1981, de 1996 a 2004. Ni los demócratas de la Opinión ni los demócratas de la soberanía divina tienen en cuenta la responsabilidad de los ciudadanos, fundamentalmente porque son concepciones jacobinas que no están interesadas en que la gente se responsabilice de sus decisiones. El GEES, en un magnífico análisis postelectoral, nos recuerda que los españoles han votado libremente, pero también son responsables de haber enviado al terror el mensaje de que el genocidio funciona. El PP ha respondido de su firmeza ante el terrorismo, pagando un alto precio este domingo;  ahora le toca responder a España de su tentación de apaciguarlo.

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