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El último que cierre la puerta

Eso se decía no hace muchos años en Argentina. En España la gracia, maldita por cierto, está empezando a aplicarse en el sector secundario catalán, el de la industria, el que da de comer a miles de personas en esa región.

La multinacional italiana Beneton, que tenía una fábrica textil en Barcelona decidió irse hace unos meses. Los mejor pensantes podrían concluir que la empresa publicitada ferozmente por Oliviero Toscani vendía menos y por lo tanto cerraba fábricas. Pero no, los dueños de Benetton no venden menos sino más, y lo de lo que tratan es de ubicarse allá donde puedan producir de un modo más eficiente. Ese lugar existe y se llama Croacia, Hungría o Túnez. Los verdaderos beneficiados de nuestro prodigioso estado social son los trabajadores, pero los trabajadores croatas, húngaros o tunecinos.

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