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ERC o el incomprensible odio a la ciudad de Madrid

El equilibrismo político y el sinsentido demagógico de los capitostes de ERC parece no conocer límite. Apenas unos días después de que Carod Rovira se reafirmase en su idea de que es imposible ser catalán y apoyar la candidatura madrileña a las Olimpiadas de 2012, se ha sabido que un concejal esquerrista de Barcelona, un tal Jordi Portabella, ha mantenido una reunión -a título de asesor- con los organizadores de la candidatura de Nueva York para la misma Olimpiada. No contentos con ambas maniobras, los republicanos, por boca del consejero jefe de la Generalidad, han justificado su actitud arguyendo que Madrid no se encuentra "en su territorio" y que, por lo tanto, ni apoyan ni apoyarán jamás las aspiraciones madrileñas a ser ciudad olímpica.

La madriditis es una dolencia crónica, compartida por la mayor parte de políticos nacionalistas pero, hasta la fecha, no se había manifestado de un modo tan agresivo como en el caso de los miembros de Esquerra Republicana. A la tradicional obsesión por la capital de España le han añadido unas gotas de odio irracional. Cataluña y la mayoría de catalanes no se merecen tener a gente de esta ralea como representantes. Madrid y los madrileños, por su parte, que de natural son gente abierta y cordial, no merecen semejante trato.  

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