El magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, vuelve a extralimitarse de su estricto cometido de funcionario judicial.  Sus críticas a la política de Seguridad Nacional son impropias de un servidor público independiente, resultan inaceptables en un Estado de Derecho y reinciden en la pueril obsesión de este magistrado por el protagonismo en asuntos políticos a los que no está llamado y para los que no ha sido elegido por nadie. No es la primera vez que Garzón desahoga públicamente su fijación contra el PP y contra Aznar y su Gobierno. Hay que recordar, en este sentido, su presencia en las manifestaciones contra la guerra de Irak y su Carta abierta a Aznar, a propósito de esta misma cuestión, publicada en El País. Tal y como se señala en la información de LD:

 

"el artículo 418.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial recoge como falta grave el que hecho de que un juez dirija censuras o felicitaciones a los poderes públicos".

 

Garzón ha sorteado otras iniciativas de carácter disciplinario, pero tras esta nueva declaración altisonante, resultaría escandaloso que el Consejo General del Poder Judicial no adoptase medidas sobre las extralimitaciones de este magistrado. El prestigio de la Audiencia Nacional ya está bastante deteriorado como para seguir tolerando que un magistrado haga política desvergonzadamente desde su puesto.