El aroma que despiden las comparecencias públicas de Hugo Chávez es eso mismo, inconfundible. Inconfundiblemente demagógico, inconfundiblemente bananero, inconfundiblemente castrista.

Lo peor, sin embargo, de la monserga con la que el presidente de Venezuela obsequió ayer a la prensa en La Moncloa no fue su estilo de charlatán de feria, lo peor fue el comportamiento de muchos de los asistentes cuando una periodista crítica con Chávez trató de hacer una pregunta al ex golpista. Antes de que la informadora pudiese terminar se vio sobrepasada por un estrepitoso abucheo por parte de sus compañeros. Simplemente bochornoso. Chávez, entretanto, reía como un colegial. Adora la prensa independiente. Es normal que la noche anterior la pasase, hasta las tres de la mañana, en compañía de periodistas.