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Los llanitos adoran a ZP

Ya lo anunciaba Pablo Molina en su Blogoscopio del pasado viernes, Zapatero, que con los Estados Unidos se las tiene tiesas, es todo cortesía con ciertos gobernantes de ciertos lugares poco importantes como, por ejemplo, Gibraltar. Dentro de pocos años se cumplirá el tercer centenario de la Paz de Utrecht, un conjunto de acuerdos en virtud de los cuales el peñón -sólo el peñón- de Gibraltar pasó a soberanía inglesa. Desde entonces Madrid y Londres se las han visto de todas las maneras posibles, desde los intentos fallidos de recuperación por la fuerza en el siglo XVIII hasta el cierre de la verja en tiempos de Franco.

Lo que ni ingleses, ni españoles ni, naturalmente, gibraltareños, se esperaban es que llegase a la Moncloa un señor que, de golpe, otorgase a estos últimos presencia, voz y derecho a veto en en el cierre de un proceso que se inició hace tres siglos y en el que, por supuesto, no intervinieron. Es natural que Caruana, el llanito que regenta la colonia, esté tan feliz. Ni en sus mejores sueños hubiese concebido regalo semejante.

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