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Nunca tanto por tan poco

Hasta hoy, 12 de octubre de 2004, el desfile militar que se celebra en Madrid con motivo del día de la Hispanidad, nunca había dado tantos titulares ni generado tanta polémica. Era, simplemente, una parada a la que asistía un público fiel y aficionado a este tipo de eventos, acompañada de todo el protocolo y las autoridades debidas a la ocasión. Nadie se molestaba, nadie hacía aspavientos ni organizaba un guirigay por un quítame allá esa bandera.

Este año era especialemente simbólico para la Nación tras la tragedia vivida el 11 de marzo, y los ciudadanos esperábamos que, al menos con estas cosas, no se hiciese politiquería barata. No ha podido ser. Desde hace varios días el desfile ha sido el protagonista de todas la portadas de prensa. Para mal, naturalmente. La actitud saltimbanqui del ministro de Defensa ha contribuido a ello. Esto es lo que pasa cuando una parte del Gobierno de un país cree que ese país no existe. En un día en el que los españoles deberíamos sentirnos orgullosos de ser lo que somos, apenas alcanzamos a avergonzarnos de tener el Gobierno que tenemos. Otra vez será.

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