No contentos con declarar tan sólo un día de luto oficial por la muerte de Juan Pablo II, las "fuerzas de progreso" siguen empeñadas en hacer del funeral del Papa un sainete neoprogre de esos que aprecian tanto cuando la gente no hace lo que ellos quieren. Si minutos después de que el Santo Padre falleciese en Roma las calles de las ciudades españolas empezaron a llenarse de una multitud silenciosa que le rendía homenaje. Si durante todo el día se han formado soberbias colas en la Nunciatura para estampar un último recuerdo al Papa. Si las misas que se han celebrado en las catedrales e iglesias de España han sido bendecidas por la afluencia de un público numeroso. Si, en definitiva, la mayor parte de la Nación se ha apenado -y mucho- por la pérdida de uno de los Papas más queridos, todo lo que a Llamazares se le ocurre decir es que Zapatero no debe sobreactuar durante el funeral del Pontífice.

El líder comunista puede respirar tranquilo, Zapatero no sobreactuará, España, a fin de cuentas, ha dejado de ser católica.